Vende humos, vende patrias o Vox

Cuando uno se dedica a escuchar detenidamente los discursos y comparecencias de los políticos del abanico «sello España», se da cuenta de que, efectivamente, la calidad moral,
protocolaria, intelectual y comportamental ha variado mucho en 50 años. Mucho no,
muchísimo.

Y es que el ser humano, como sabemos, se acostumbra a cualquier cosa, incluso a comer basura diariamente, en este caso, basura televisada.

Por eso, la moción de censura presentada por Vox, con el señor Tamames, una mente erudita sin duda alguna, ha servido, además de para retratar las posturas de los partidos, para exhibir sin pudor la falta de educación, la chabacaneria, el «chonismo», además de la acostumbrada caradura y cuajo.

Sí, y no es porque los de Vox tengan más dinero, puesto que difícilmente se igualan los sueldos a dedo de los componentes de éste, nuestro gobierno. Tampoco porque tengan más estudios, porque hasta nuestra ministra de igualdad tiene supuestamente una licenciatura, (digo supuestamente porque con la izquierda todo parece, pero nada es), sino porque en Vox se respeta, primero, a los mayores y su experiencia, y segundo porque los paladares intelectuales voxeros son capaces de disfrutar de una inteligencia superior, aunque les lleve la contraria. La
esencia de la política, el diálogo argumentado con datos,con pericia, astucia y un toque de sarcasmo satírico.

Eso es un disfrute para el político y para el ciudadano

Ese nivel no es alcanzable por aquellos que desconocen honor y principios, saber estar y clase.

Porque con la clase se nace, no se practica, ni se aprende. Es el tipo de alma, es la forma de ser, es lo que te enseñaron de niño, es lo bonito que has querido asimilar de este mundo. Y aunque quieran hoy en día hacernos creer que injertarse un miembro viril cuan rama a árbol limonero, nos hace hombres a mujeres, el vestirse de diseño y usar vocablos cultos inconexos no nos da la clase que no tenemos, «estará de acuerdo conmigo, señor Tamames» (parafraseando a la comunista ministra, quien casi desgasta el apellido del ilustre profesor, de tanto repetirlo, en un intento de anáfora literaria, tan repetida que ya no se distinguía entre anáfora o anadiplosis).

Pues bien, no echamos a Sánchez, pero quedó patente y meridianamente claro que en decenios de progresismo, no sólo no hemos progresado sino que hemos retornado a lo que debió ser la versión anterior al nacimiento de la filosofía y del aprecio del saber. Hemos oído
los discursos vacíos engañabobos de siempre, puestos en escena con marketing lingüístico con «tono mitinero». Vende humos que repiten y repiten datos torticeramente interpretados o directamente imaginarios, hasta vende patrias y vende compañeros asesinados. Cuan voluble es el ser humano si no tiene principios, solamente miren la clase de políticos que tenemos, ¿verdad, amigo Patxi?

Enfrente, el señor Tamames, con su perspicacia y viveza intelectual, con datos preparados, con educación intachable y una cortesía hoy día desaparecida, dando las gracias a quién está tratándole como un viejo despojo, y a la vez dejándoles como auténticos zopencos imberbes con tal elegancia, que pocos se han sentido aludidos.

Habrá que explicárselo algún día, permítannos disfrutar de estos momentos en que, después de varios días, aún siguen pensando haber quedado por encima de un señor mayor, cuando realmente ha sido, un intelectual, el que ha dado un rapapolvo a unos impresentables.

Hacía años que España no tenía esta calidad de diálogo, de réplicas y de saber estar. Gracias señor Tamames por mostrar lo que es un caballero de antes, contrapuesto a un progre de ahora.

Para mí, no hay lugar a dudas, hemos retrocedido, y debemos avanzar hacia lo que fue el respeto al ciudadano y la nación, y no lo que quieren que sea ahora: desprecio a la nación y alienar al ciudadano.

¿Ahora entienden ustedes por qué hay que proteger a los niños del adoctrinamiento y de sus políticas? Para que no se conviertan en creyentes de vendedores de fantasioso bienestar, y diluciden más allá del humo, lo que quieren aniquilar: el saber, la libertad y la libertad del saber.

Para eso, también ha servido la moción de Vox.

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