Terremoto electoral en Cataluña

Los resultados de las elecciones de este domingo en Cataluña no pueden dejar a nadie indiferente. El primer titular es, sin duda, que el independentismo por primera vez ha conseguido un porcentaje de votos claramente superior al 50%, concretamente, un 51,4%.

El segundo titular que nos dejan estas elecciones catalanas es la elevada abstención, que ha sido de casi un 50%, la más alta de la historia de la democracia. Por otro lado, el abstencionismo ha perjudicado al electorado favorable a la unidad de España. Parece que el fenómeno que los politólogos y sociólogos denominaban abstención diferencial vuelve a Cataluña después de cinco años de polarización extrema donde los dos electorados (unionista y separatista) estaban muy movilizados.

El tercer titular es la victoria del PSC-PSOE, que logra su primera victoria en votos y escaños en unas elecciones autonómicas. Con 33 escaños y el 23% de los votos para los socialistas, Pedro Sánchez es uno de los grandes ganadores de estos comicios. Su apuesta por Salvador Illa no sólo ha funcionado sino que le permite refrendar una gestión de la pandemia y de la crisis social y económica que, sorprendentemente, no le pasa factura, a pesar de los pésimos datos económicos y terribles cifras de mortalidad durante la primera ola.

El cuarto titular es la irrupción de VOX, que con 11 escaños y un 8% de los sufragios, pasa a liderar el espacio del centro-derecha y de la derecha favorable a la unidad de España. El auge del partido verde tiene que ver con una campaña errática de Ciudadanos y de PP, que en los últimos días han centrado más sus ataques en la formación de Abascal que en sus adversarios independentistas y de izquierdas y han minimizado problemas que preocupan a parte del electorado catalán como la inseguridad, la inmigración ilegal y el fenómeno del islamismo radical.

El veredicto de las urnas en relación a Ciudadanos y PP es sangrante e inapelable. La formación naranja pierde 30 escaños y queda como séptima fuerza parlamentaria por detrás de la ultraizquierda independentista (CUP) y Podemos. El PP se queda a pocos votos de perder la representación, empeorando de este modo los catastróficos resultados de los comicios de 2017.

Estos resultados aceleran la implosión y desaparición de Ciudadanos y pueden abrir una crisis muy seria en Génova. Conviene no subestimar la influencia que dicha configuración de fuerzas puede tener en el resto de la política nacional. Parece claro que la estrategia de Casado consistente en criticar a VOX y marginarla de la política de pactos no da los frutos esperados.

Finalmente, la pugna en el espacio secesionista entre Junts per Catalunya y ERC se salda con una victoria por la mínima de ERC que, con una alta probabilidad, recuperará la Generalitat de Cataluña después de ochenta años. La última vez que la presidió fue con Lluís Companys y de forma coaligada con la USC (Unió Socialista de Catalunya) y después con el PSUC. La división en el viejo espacio convergente ha acabado afectando al resultado final de Junts, que, a pesar de perder los sufragios que han ido a parar al PdeCat, logra un meritorio 20% de los votos y 32 escaños.

La victoria de ERC en principio debería frenar las veleidades unilateralistas de Junts per Catalunya, que ha jugado la carta de la radicalidad discursiva y ha amagado con reactivar la DUI durante la campaña. Los resultados, de momento, confortan la opción posibilista de ERC con el permiso de una CUP en auge y que apuesta por un referéndum unilateral en 2024.

A Cataluña le esperan semanas de difíciles negociaciones entre las dos principales formaciones independentistas y lo más probable es que se conforme un gobierno de coalición entre ambas formaciones secesionistas. Sin embargo, no es descartable una repetición electoral si Junts, con el fin de forzar nuevas elecciones, juega la carta de la reactivación de la DUI. En Junts saben que unas nuevas elecciones podrían beneficiarles si son capaces de captar a parte del votante de la CUP y reciben buena parte de los sufragios que esta vez han optado por el Pdecat.

Por último, Pedro Sánchez puede respirar tranquilo. Junts no ha ganado y ERC será el principal interlocutor en la mesa de negociación que volverá a reanudarse con toda seguridad en los próximos meses y que estará marcada por el simbolismo vacuo tan del gusto en la formación de Junqueras y Pere Aragonès. La legislatura, en principio, no peligra, salvo sobresaltos sobrevenidos a causa de los giros algo surrealistas a los que la política catalana nos tiene acostumbrados.

En definitiva, gana el independentismo, gana Pedro Sánchez y gana Santiago Abascal.

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