Hoy, como mujer y como española, no puedo guardar silencio ni volver la cara hacia otro lado. No tengo miedo a determinados individuos que profesan una religión retrógrada, ni a los asesinos, ni mucho menos al “qué dirán”. Me pueden tildar de racista o de lo que les dé la gana. Me da exactamente igual.
El pasado miércoles, Yassin Kanza, de origen marroquí asesinó a un sacristán en la localidad gaditana de Algeciras, e hirió a otras tres personas con un machete, una de ellas era un sacerdote. Este sujeto ha cometido un crimen abyecto e irreparable en nombre de su Dios Alá. Una auténtica barbaridad propia de los más radicales fundamentalistas del Islam.
Esto no es un hecho aislado por mucho que los medios de comunicación al servicio del Gobierno de Pedro Sánchez nos lo intenten hacer creer
Por cierto, aprovecho para decir que responsabilizo al actual gobierno de este terrible asesinato terrorista por su probada inoperancia en materia migratoria. Llama la atención que ni un solo miembro del gobierno ha tenido la decencia de asistir al entierro de la víctima.
En España las escuelas coránicas dentro de las mezquitas sirven para adoctrinar a los niños, todo ello financiado por el contribuyente español.
Cabe destacar que un profesor del Corán recibe una remuneración económica de la comunidad islámica a la vez que nuestro gobierno le dota de una prestación familiar por cada hijo a cargo
Todo esto teniendo en cuenta que los musulmanes tienen una fertilidad mucho más elevada que la población española, empecemos a sacar nuestras propias conclusiones.
Estadísticamente, España se habrá transformado en una especie de califato con sus propias leyes, sus propias escuelas, sus propios líderes y sus propios templos, allá por el dos mil treinta si no lo remediamos a tiempo.
Pueden quemar nuestras iglesias, profanar nuestras imágenes santas, matar a sacerdotes, monjas o fieles al catolicismo… y el gobierno seguirá diciendo que son hechos aislados. El miedo y la cobardía imperan en una España que no reconozco.
Tenemos el deber de luchar contra la islamización de nuestro país y defender a la religión católica por encima de todo porque el catolicismo es, para nosotros, mucho más que una fe, es nuestra cultura; son nuestros valores transmitidos por nuestros antepasados. La religión católica es nuestra historia. Nosotros no matamos en nombre de Dios, porque éste no manda matar a nadie que no crea en él. El Islam sí lo hace.
No tengamos miedo de levantar nuestra voz y nuestro derecho al voto, por defender nuestro país, nuestra civilización. No nos quedemos sentados en el sofá de nuestras casas porque entonces, nos habrán ganado la batalla y la vida cuanto más vacía, más pesa.