Comienza la Copa del Rey y, con ella, la Unión Deportiva Logroñés se propone llegar a lograr éxitos como el de la pasada campaña ante el Valencia, pese a que acabara perdiendo el encuentro. Un éxito que, por cierto, no sólo fue futbolístico sino también social, aunque desgraciadamente a día de hoy no podremos volver a revivir esas imágenes en las gradas debido a la actual crisis sanitaria.
Sin embargo, volviendo al presente, creo que es importante destacar que la Copa del Rey no sólo brinda la oportunidad de enfrentarse a equipos mucho más grandes o históricos, sino que también permite revivir duelos de antaño o, lo que me gustaría comentar en estas líneas, revivir momentos pasados. Así es. El Logroñés volverá a jugar mañana en Urritxe, y lo hará ante un viejo conocido como es el Amorebieta. La última vez que se vieron las caras fue el pasado 8 de marzo y lo hicieron en su condición de equipos de Segunda B. Sin embargo, en menos de un año, la historia ha cambiado mucho. Muchísimo. Pronunciar Urritxe y Amorebieta significa retrotraernos a esos partidos en estadios donde la palabra barro no resulta extranjera. El Logroñés se ha hecho mayor y vuelve a verse las caras con un rival de Segunda B que el año pasado estaba en su mismo grupo, pero esta vez lo hará como equipo de Segunda División. Casi nada. A mí, sinceramente, me encanta.
Pero no queda ahí la cosa. Si la Copa del Rey era el aperitivo nostálgico de esta semana, el domingo la culminaremos con el “plato grande” por todo lo alto: en La Rosaleda. Eso es, nostalgia por bandera. Si en Urritxe rememorábamos lo que fuimos, lo que sufrimos y cómo crecimos, en Málaga recordaremos el momento en el que el Logroñés se hizo mayor y devolvió a La Rioja al panorama nacional veinte años después. El momento en el que este equipo se consagró y dio el salto a la élite del fútbol español. Muchos de los jugadores que el pasado 18 de julio hacían historia en el césped de La Rosaleda estarán el próximo domingo en ese mismo lugar, listos para intentar volver a festejar una victoria (esta vez liguera). No se puede pedir más. Han sido muchos años los que el fútbol riojano ha vagado por el “infrafútbol” español esperando el momento de hacerse un hueco para volver a ocupar ese espacio que en su día dejó vacío el querido Club Deportivo Logroñés, por lo que es bonito recordar el largo y arduo camino que ha habido que recorrer para volver a estar aquí arriba.
Concluyendo, se avecina una semana donde la palabra nostalgia podría ir imprenta en el escudo de la Unión Deportiva Logroñés porque, aunque a veces duela, recordar es volver a vivir.