«El Estado de Derecho fue arrasado por la acción ilegal de los imputados. La Fiscalía ha descubierto un sinnúmero de arbitrariedades, abusos de poder, atropellos constantes de las normas que regulan la contratación pública… La corrupción extermina la integridad, las virtudes morales y éticas que deben guiar la conducta. Sin Justicia no hay orden, ni desarrollo (…)» (Fiscal Diego Luciani).
Estimado lector, aunque leyendo el escrito de acusación contra la vicepresidente argentina podría parecerlo, no está hablando de Andalucía. Dicha argumentación jurídica es aplicable al mayor caso de corrupción de Europa, los ERES -680 millones-, en el que fueron condenados los expresidentes de la Junta de Andalucía Chaves y Griñán, amén de otros socialistas. Eso sí, todos “son muy honestos y ninguno se ha llevado un duro”. Por cierto, la coca, las prostitutas y las gambas, ¿cómo se pagaban? Es la particular redistribución de la riqueza socialista. Eso sí, muy ecofeminista, sorora y zurdasostenible.
Tengo claro que escuchar hablar a la izquierda de honradez, ejemplaridad y decencia, es como oír a los “sindicalistos” hablar de trabajar: imposible. Ellos solo son el brazo sindical del Gobierno. Bueno, y los afortunados receptores de subvenciones cuyo innoble fin es colmar sus mesas de gambas, langostas, etc.
No pretendo hacer bromas con algo tan grave como los delitos que se le imputan a una y por los que ya han sido condenados otros, todos muy izquierdosos. Ellos, no los delitos, claro. Los delitos habrán sido cometidos por la extrema derecha o por Franco, no por la izquierda, que como todo el mundo sabe “no sabe robar”. Solo ha institucionalizado el saqueo y el expolio de la res publica como forma de hacer política. Nadie roba más y mejor que la izquierda.
Pero conviene no desviarnos de la cuestión, porque de la mano de la vicepresidente argentina, a la que le piden 12 años de cárcel e inhabilitación a perpetuidad, camina gustosamente toda la izquierda de España, que no española. ¿Qué tienen en común una y otros? Todos son hijos ideológicos de los nauseabundos criminales Marx, Gramsci, Lenin, Stalin, Hitler o Mussolini (todos eran socialistas-comunistas. A ver si se entera de una puñetera vez el rojerío), y otros tiranos más, entre ellos el felizmente fallecido Chávez o los Castro -espero se pudran en el infierno- y sus viles herederos.
Tengo claro que la gentuza que se ensucia la boca vomitando las “bondades del socialismo del siglo XXI”, y que miserablemente manifiestan adherirse a semejante cochambrosa patología política, en la actualidad tiene su enfermizo epicentro en el Foro de Sao Paulo, nacido en 1990 para hacer el mal. ¿Cómo? Reorganizando a toda la izquierda y extrema izquierda de Hispanoamérica y España. Posteriormente, en 2019, nació el Grupo de Puebla. Más mal. Ambas fosas sépticas y otras similares son el cáncer de nuestras sociedades. Trágicamente, como la letal enfermedad que es, lejos de remitir, se expande cual metástasis, para nuestra desgracia y ruina.
El nexo de unión de esta comitiva de vagos y maleantes es el odio a la libertad: son comunistas. ¿Qué “podemos” esperar? El mal
Por ello, la izquierda de un lado y otro del océano, ha cerrado filas con sus “perseguidos compañeros”, el lawfare que dice sufrir Cristina Kirchner. Justo lo que ha ocurrido en España, dónde ya estamos viendo como el Gobierno y sus secuaces abonan el terreno para un más que seguro indulto a los socialistas condenados. Solo es cuestión de tiempo.
Lo que vemos es que, aún siendo países distintos, padecemos la misma enfermedad, ¿Cuál? El socialismo, que toma corpórea existencia en tiranuelos -definición de Bolívar- como Lula, Ortega, Castillo, Maduro, Boric, Petro. Lo que nos está mostrando Argentina, de la mano del fiscal Diego Luciani, es el camino que, Dios mediante, espero recorran los que hoy tienen a España contra las cuerdas. Los que nos han encerrado ilegalmente. Los que nos han endeudado hasta extremos insostenibles. Los que han convertido la luz, el gas o la gasolina en un lujo, en algo prohibitivo para muchos españoles. Los que quieren dar el golpe definitivo al Poder Judicial para evitar acabar como Cristina Kirchner. Son aprendices de dictadores y quieren ascender de categoría.
Afortunadamente, quedan personas de bien, que lejos de hincar la rodilla ante los discípulos de la peste roja, deciden enarbolar la bandera de la dignidad y se enfrentan a ellos. Deciden dar un paso al frente y jugarse la vida –me acuerdo del fiscal Nisman- en esa noble batalla. Deciden que, aun siendo un enemigo muy poderoso, que está respaldado por todos los verdugos de la libertad, que no dudará en agitar las calles y utilizar a los tontos útiles habituales para defender su indefendible causa, la violencia roja, aun sabiendo todo esto, tienen muy claro que estos criminales no serán impunes frente a la implacable espada de la Justicia.
¿Hay en España algún fiscal Diego Luciani?