Nadie duda la existencia de Italia, Francia, Alemania o Reino Unido como naciones, en cambio, ¿por qué la izquierda considera España una nación de naciones?

Desde hace muchos lustros nuestros enemigos se han dedicado con profusión a resaltar nuestros defectos acusándonos de ser un pueblo violento, aficionado a la división y al enfrentamiento continuos  – aprovechando los rescoldos de la leyenda negra que, de vez en cuando y por motivos estratégicos reavivan  –  y no, no somos genéticamente diferentes a ingleses, franceses, italianos o alemanes.  

España en su variedad de paisajes, costumbres, gastronomía y gentes, ha sido y es la envidia de propios y extraños

Nuestra calidad de vida encandila a todos los que nos conocen, nuestras campiñas, montañas, valles y costas en su diversidad son suaves, agrestes, umbrías o soleadas, además de únicas. Panoramas dispares rompen la monotonía de esa Europa Central cuyos paisajes llegan a atosigar. Si digo que ha sido y es cuna de héroes y de sabios sé que no miento, muchos de ellos callados y debidamente sepultados por el celo nacionalista y la complicidad vergonzosa de todos.

Lo que verdaderamente ocurre y se oculta a propios y extraños es que, desde hace décadas existe una estrategia financiada por organizaciones foráneas imperialistas entre cuyos objetivos, claramente definidos y que no han variado en el tiempo, están el intervenir soterradamente en nuestros asuntos internos, dividiendo y obstruyendo el desarrollo cotidiano de nuestras instituciones y vida, para que, malgastando una parte importantísima de nuestras energías, se ralentice y obstruya nuestra convivencia.  

Combatir esas anomalías nos ha costado hasta el momento, además de los perjuicios económicos evidentes, muchas vidas, con el luto y dolor que eso supone añadiendo además inseguridad, división, temor y recelo.

¿Alguien puede llegar a pensar que, si los intereses internacionales no hubieran querido someter a Francia, Italia, Alemania o incluso al propio Reino Unido, a una tensión política permanente, para frenar sus avances económicos y sociales, no habrían tenido motivos suficientes?

Está muy claro que se podrían haber empleado los mismos argumentos que se usan para enturbiar permanentemente nuestra convivencia.

Empecemos por Francia. Existen las provincias vascas y catalanas además de: Aquitania, Bretaña, incorporada a Francia en 1532, Normandía, Córcega, Borgoña y un largo etc. El asunto del idioma tampoco es obstáculo para su unidad, ya que en Francia se hablan, además del catalán, otra variante del vascuence, el occitano, el bretón, el corso y el alsaciano, además de un número nada despreciable de dialectos pero, el idioma oficial y presente siempre es el francés, no consintiendo sus autoridades, en ese asunto, devaneos de ningún tipo.

Veamos ahora Italia. Existieron históricamente las repúblicas de Venecia, Florencia, Milán, Pisa, el antiguo reino de Nápoles, etc.

Antes de su unificación ocurrida en 1871 estaba dividida fundamentalmente en: Reino Lombardo-Véneto, los Estados Pontificios, el Reino de Piamonte Cerdeña, Nápoles y el Reino de las Dos Sicilias. Se hablan lenguas germánicas, eslavas, griego, albanés y otros dialectos “honrados”. Digo honrados porque aquí a varios artificiales  – léase vascuence donde existían ocho distintos –  se les ha dado la categoría de idioma. El oficial en todas y cada una de sus regiones es el italiano.

Algo parecido vemos en Alemania. Nación donde se empieza a gestar el embrión de la actual en 1848; llega, tras distintas vicisitudes el Imperio Alemán de 1871, contando a Prusia como el estado aglutinador principal. Respecto al asunto idiomático se hablan: el alto franconio; el medio alemán del este; el ostmitteldeutsch; el alemánico y el bávaro.

Qué decir del actual Reino Unido, formado por los reinos de Escocia, Inglaterra y Gales, más la autonomía de Irlanda del Norte. El Acta de Unificación data del año 1707. Respecto a los idiomas se hablan gaélico con sus variantes, inglés y escocés.

¿Alguien pone en duda la existencia de Italia, Francia, Alemania o Reino Unido como naciones? ¿Consentirían italianos, franceses, alemanes o ingleses, oír que sus respectivos países son nación de naciones, como afirma repetidamente la izquierda española de España?  

Esos argumentos son absolutamente artificiales y falsos, esparcidos por una propaganda inmisericorde y usado como consigna por esta izquierda apátrida e hispanófoba, infiltrada desde el S. XIX fundamentalmente por la propaganda masónica, al servicio de diferentes imperialismos.

Pretenden la balcanización y hundimiento de España; como siguen desmembrando toda Hispanoamérica, al estar al servicio de ese globalismo esclavizador que ha apretado el acelerador en los últimos tiempos.

¿Por qué no han logrados sus objetivos? Porque se han encontrado con la resistencia de un pueblo heroico, acostumbrado a las mayores vilezas por parte de sus gobernantes desde la época de Carlos IV y Fernando VII, y que ha sabido salir adelante a pesar de todo.

Forjado durante cientos de años por una epopeya colosal de la que también abominan: la Reconquista, obra titánica que, por diferentes avatares no se completó hasta el S. XV. Subrayar, no obstante, que las fronteras del reino Leonés avanzaron hasta Toledo en el S. XI, siendo conquistada esta ciudad en el 1085 por Alfonso VI.  

España y los españoles han protagonizado, y hay que decirlo sin complejos, las epopeyas más grandes de la humanidad

La Reconquista mencionada, el descubrimiento, evangelización, colonización y civilización de todo el continente americano, llevando la cultura occidental y cristiana. Además de las navegaciones más heroicas y decisivas del mundo.

Obras gigantescas que aún se pueden constatar en miles de documentos y en los restos arquitectónicos admirables que dan testimonio de su pasado glorioso.  

Los primeros colegios y universidades  – donde estudiaban indios, mestizos y españoles – imprentas y hospitales de todo ese continente, se construyeron en la América Hispana  decenas de años antes que en el actual EEUU.

Algo que no pueden borrar por mucho que lo han intentado.


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