Según fuentes oficiales, del propio Gobierno, 164 personas han muerto y 5.135 han sido detenidas desde que se iniciaron los disturbios en el país centroasiático.
Sólo en la ciudad de Almaty se han registrado ya más de 100 fallecidos. Las autoridades de Kazajstán aseguran que han estabilizado la situación en todo el país después del brote de violencia más mortífero en 30 años desde la independencia de la URSS.
Tropas de la OTSC, alianza militar liderada por Rusia, custodian instalaciones militares e institucionales en la ciudad de Almaty y en las áreas circundantes.
La movilización empezó el domingo pasado en provincias por el aumento del precio del gas, y se extendió a grandes ciudades, sobre todo a Almaty, centro financiero del país y urbe cosmopolita en la que estallaron los disturbios. Siguiendo las órdenes de su autoritario presidente, la policía disparó con fuego real contra los manifestantes.
El presidente kazajo, Kasim-Yomart Tokaev, realizará cambios en el Gobierno el martes 11 de enero según anunció su portavoz, Berik Uali. Las revueltas han abierto una brecha en la propia élite gobernante. El presidente lucha para consolidar su autoridad después de despedir a figuras clave del régimen. Esto le ha llevado a quitar al ex presidente Nursultán Nazarbayev su poderoso papel como jefe del Consejo de Seguridad.
Grupos de militares se han desplegado en las principales vías de salida de la antigua capital de Kazajistán, Almaty, para prevenir la fuga de radicales armados, según el canal de televisión Khabar 24.
El mandatario kazajo prometió presentar un plan de reformas en respuesta a las reivindicaciones de los manifestantes pacíficos. Pero el 7 de enero, el presidente Tokayev dio a los cuerpos de seguridad la orden de disparar a matar contra los radicales violentos.