Hace un año Macron tomó la decisión de cambiar el color de la enseña nacional, de un azul cobalto, algo más claro y cercano al de la UE al azul marino previo a 1976. Hasta ahora la decisión había pasado desapercibida, pero ahora la noticia ha saltado a la palestra.
Al parecer, el presidente no puede cambiar ni modificar colores de la bandera, pero sí los tonos de los tres colores base de la misma. Este es pues uno de los privilegios presidenciales del presidente de la República Francesa.
La decisión se tomó en medio de un giro patriótico de su Gobierno, que quiere recuperar para Francia el ‘espíritu de la revolución’ y está endureciendo políticas clave en materia de inmigración o seguridad.
Más allá de ideologías, Macron, consciente de que no hay ninguna opción viable a su izquierda, pretende frenar la sangría de votos hacia una derecha nacionalista que cada vez es más fuerte.
Hoy mismo, el medio Cluster17 publicaba una encuesta en la que mostraba como la suma de Zemmour (cuya nueva formación se convertiría en la segunda fuerza nacional), Le Pen y el pequeño partido Gaullista sumarían un 37%, convirtiéndose así en el principal bloque político del país galo. Solo 4 puntos separan al nacionalista Zemmour de Macron, que se mantendría como la primera opción entre los franceses.
Le Pen habría caído hasta un tercer puesto con un 14% del voto y Los Republicanos (el PP francés) a una discreta cuarta posición con el 11% de los sufragios.