Las Maquinaciones de Sánchez

¿Qué sucede en la política española? Esta es la pregunta que se están haciendo la mayoría de españoles desde ayer. La noticia de la moción de PSOE y Ciudadanos en Murcia saltaba ayer a primera hora de la mañana y la reacción de la Presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que temía una repetición de la jugada en su comunidad, no se hizo esperar: rompió el pacto de gobierno con Ciudadanos y anunció la convocatoria de comicios autonómicos para el 4 de mayo.

En pocas horas el tablero político español saltaba por los aires en un día trepidante que recuerda más a la teatralidad política italiana que a la nuestra y que quedará grabado en nuestra retina por mucho tiempo

Pero la onda expansiva de los acontecimientos no debería hacernos olvidar el responsable último de estos, el señor Pedro Sánchez. El Presidente del gobierno español, rodeado por centenares de asesores y el aprendiz de Rasputín Iván Redondo, ha empezado a poner en práctica una compleja trama que tiene como verdadero objetivo destruir a la oposición, especialmente al Partido Popular, y absorber a Ciudadanos.

Sánchez y sus asesores son conscientes de que la situación económica en España es catastrófica, que en los próximos meses la pandemia, la economía y la situación social no darán ningún respiro a la empobrecida sociedad española, y que, previsiblemente, esto se trasladará a las encuestas en forma de mayor abstención, desmovilización del voto de izquierdas y un aumento de la intención de voto de VOX y PP.

Sánchez sabe que la única forma de ganar de nuevo las elecciones es cargar el desgaste de su gobierno en Podemos, absorber el centro y debilitar al principal partido del centro-derecha, el PP. Las últimas semanas varias fuentes y voces autorizadas del panorama liberal-conservador apuntaban a un acercamiento entre la formación naranja y el Partido Popular que, de haberse producido, podría haber reforzado al PP y estabilizado el espectro de la derecha en torno a la dualidad PP-VOX.

Una tal correlación de fuerzas no convenía al PSOE y al gobierno. En primer lugar porque reforzaba la posición del PP como principal partido del centro y centro-derecha y, en segundo lugar, porque la estructuración del centro-derecha en dos partidos, a saber, PP y VOX aumenta drásticamente las opciones de una victoria conjunta de la oposición en las próximas elecciones al concentrar el voto y eliminar de la ecuación a la formación naranja, siempre tentada de pactar con el PSOE.

El golpe en Murcia, preparado a escondidas por el círculo estrecho de la Moncloa y el entorno de Inés Arrimadas, ha puesto de relieve que Sánchez es capaz de todo por aferrarse al poder y que Arrimadas o bien no sabe con quién está jugando o alguien le ha hecho una oferta personal irrechazable. La noticia de los tres ex diputados de VOX en Murcia que podrían sumarse por sorpresa a la moción de censura podría apuntar a la posible existencia de una oscura trama de compra de voluntades.

Lo cierto es que con su movimiento poco meditado Inés Arrimadas ha caído en el juego de la Moncloa; ha sepultado su principal base de poder territorial, Madrid; ha destruido las perspectivas de una unión honorable con el PP; ha traicionado a sus votantes, mayoritariamente de centro-derecha; y ha enterrado a su propia formación. En este sentido cabe destacar la crítica interna desatada en la formación naranja y la división del grupo naranja en el parlamento de Murcia.

Sánchez sabía lo que hacía. Con su ataque rápido y sorpresa ha roto la alianza PP-Ciudadanos y ha destruido a la formación naranja, cuya líder y entorno quedarán a su merced en el Congreso de lo diputados. Conviene destacar también que la jugada de Sánchez está conectada con las crecientes tensiones que mantiene con Podemos y con los independentistas catalanes, a los que el levantamiento de la inmunidad parlamentaria en Bruselas para sus eurodiputados deja muy tocados. Sánchez sabe que en los próximos meses y año el pacto con ellos será más difícil debido al posible retorno de Puigdemont y al descontento de ERC y Junts por el levantamiento del tercer grado penitenciario a los políticos presos esta semana.

Por otro lado, está claro que el golpe de Sánchez tenía como último objetivo la toma de Madrid con el descabezamiento político del gobierno de Isabel Díaz Ayuso, la única dirigente popular capaz simultáneamente de mantener la posición del PP como líder del centro-derecha y garantizar pactos con VOX en caso de un futuro gobierno conformado por la oposición de derechas.

Sin embargo, a estas horas y a pesar de la incertidumbre, es harto probable que se acaben celebrando elecciones y que estas sean ganadas por Ayuso, que, de ser así, se consolidaría como una de las dirigentes más influyentes y con más horizonte político del PP. Aquí es donde el golpe estratégico de la Moncloa podría empezar a hacer aguas.

La supervivencia política de Ayuso no es una buena noticia para Sánchez, puesto que le impide jugar la carta de todos contra VOX. En efecto, ya hace tiempo que la Moncloa e Iván Redondo buscan repetir la jugada de Mitterrand contra Jacques Chirac en 1988, cuando el Presidente francés jugó a desgastar al centro-derecha gaullista mediante el apoyo mediático al Jean Marie Le Pen. Sánchez cree que con un PP desgastado y desorientado y un VOX reforzado será fácil, campaña mediática masiva de desinformación y demonización mediante, arrastrar a parte del voto más centrista de un Ciudadanos en descomposición y al electorado más moderado de Podemos, asustado con la perspectiva de una victoria del centro-derecha liderada por Santiago Abascal. En la Moncloa buscan superar el 30% y acercarse lo máximo posible al 35%, resultado que con un centro-derecha dividido, podría permitirle a Sánchez ganar más de 150 escaños y gobernar después con el apoyo variable y dócil de Podemos, PNV, lo que quede de Ciudadanos y otros partidos regionalistas. Para lograr esto, la Moncloa empieza a barajar un adelante electoral en otoño de este año o invierno de 2022, justo antes de que la UE exija reformas en profundidad y los temidos recortes en sueldos de funcionarios, pensiones y prestaciones sociales.

No obstante, esta estrategia puede fallar si de forma simultánea el PP y Vox aumentan su intención de voto, gana peso en el PP la posición de Ayuso, Podemos aguanta el tirón de Sánchez y el PSOE acusa el desgaste de su pésima gestión gubernamental. Entonces la destrucción de Ciudadanos puede jugar en favor tanto del PP como de VOX y en detrimento del PSOE.

Por otro lado, sería bueno recordarle a Sánchez que la estrategia ideada por Mitterrand y seguida por sus sucesores, con el tiempo, ha acabado en Francia destruyendo al PS, que ya no existe como gran fuerza política, y catapultando a la formación de Marine Le Pen, que se encuentra en posición de ganar las próximas elecciones. Esto mismo podría pasar en España con Vox. Sánchez es claramente un táctico, pero en ningún caso un estratega, y menos aún un estadista.

Los movimientos descarados de las últimas horas empiezan no sólo a dejar en evidencia la total falta de escrúpulos del Presidente del gobierno, sino también las primeras fallas en su planificación táctica

Se acercan semanas cruciales en las que los movimientos tácticos de Sánchez pueden transformarse en un auténtico boomerang estratégico que acabe catapultando al centro-derecha unido en torno de PP y VOX y derrotando a la conjunción gubernamental en las arenas de la plaza electoral de Madrid. ¿Estamos presenciando el principio del fin de reinado de Pedro Sánchez? En pocos meses saldremos de dudas.

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3 Respuestas

  1. Fran Encinas dice:

    Muy buen articulo, Aitor. El otro día escribí yo uno, Asalto final al poder que venía a decir más o menos lo mismo y los planes de este gobierno criminal para echar del tablero político a la derecha. Esta gentuza no tiene escrúpulos.
    Enhorabuena

  2. Fran, tu artículo «Asalto final al poder», que aún no había leído, me ha parecido muy bueno, como de costumbre.
    Creo que, si hay elecciones, lo que tenía que ser un asalto final al poder puede transformarse en el principio del fin del gobierno nefasto de Sánchez. La batalla de Madrid puede anticipar lo que está realmente por venir en el conjunto de España.

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