La Rioja, Tierra de Coñofres y Pollofres, se encamina hacia una etapa de total incertidumbre económica

Realmente da mucha pena ver como La Rioja está convirtiéndose en un auténtico desierto empresarial. Los polígonos industriales riojanos están en muchos casos faltos de actividad y con innumerables solares vacíos que no terminan de transformarse en fábricas productivas.

Según datos del Instituto de la Estadística de La Rioja el Índice General de Producción Industrial (IPI) descendió en 2.020 un 11,8%, frente al 9,1% que lo hizo el conjunto de España. Claramente estamos sufriendo un retroceso superior al de otras Comunidades Autónomas, con importantes descensos en la industria del cuero y calzado (-46,8%), industria del papel (-26,1%) y fabricación de muebles (-24,7%).

El crecimiento del IPI en 2.021 tampoco arroja datos esperanzadores. Frente a una media de crecimiento en España del 50,3% en el caso riojano el incremento es de tan solo el 37,9%. La salida la pandemia en nuestra región no recoge los frutos esperados y el despegue está siendo más lento del deseado.

Pero no debe extrañarnos esta situación para todos aquellos que vivimos en esta Comunidad Autónoma, pues somos plenamente conscientes que desde el Gobierno Regional no están haciendo los deberes para dar la vuelta a esta situación. Instituciones como la ADER y la Consejería de Desarrollo Autonómico, dirigidas por Fernando San José y José Ángel Lacalzada, están prácticamente paralizadas en sus actuaciones de refuerzo del tejido industrial, a pesar que deberían de ser la punta de lanza del resurgimiento empresarial riojano.

La situación de vacío es tal, que estos días los medios de comunicación han recogido con alegría la apertura de una cadena de bollería, “La Pollada”, en un establecimiento ubicado en la calle Sagasta de Logroño. Su producto es un bollo en forma de pene (“Pollofre”) o de vagina (“Coñofre”) que se baña con chocolates y líquidos varios, según preferencias del consumidor.

Lógicamente deseo el mayor de los triunfos a este comercio por la valentía de sus promotores de acometer un nuevo proyecto, pero no puede sino provocarme una cierta desazón la ausencia de nuevas iniciativas emprendedoras con fundamentos en la investigación, la tecnología y el desarrollo, así como con perspectivas de crecimiento futuro.

Algo se está haciendo mal. Ser emprendedor y montar tu propio negocio se está convirtiendo en toda una heroicidad ante un Gobierno Riojano que no pone nada fácil esta labor entre requisitos documentarios interminables y una política fiscal y de incentivos muy alejada de los conceptos básicos de un buen proyecto encaminado hacia el mañana, como son facilitar la promoción empresarial y la creación de empleo.

Por otro lado, aparte del hándicap que tenemos por la práctica ausencia de creación de nuevas industrias en los últimos años, tampoco se consigue atraer negocios de otras regiones u otros países para que monten delegaciones o filiales productivas en nuestros polígonos, como sí que hacen en País Vasco, Burgos, Navarra o Aragón, donde hay una constante política de hacer atractiva la instalación de una fábrica en sus territorios.

Por el contrario, aquí tenemos un importante número de empresas inicialmente de capital riojano que, con mejor o peor suerte, están siendo vendidas a multinacionales o fondos de inversión. La venta de estas empresas significa una mayor probabilidad de que en un futuro cercano se produzca la deslocalización de las mismas, por motivos estratégicos o de rentabilidad, donde el arraigo al terruño desaparece al no existir detrás ningún accionista riojano y que puede traer consigo la pérdida de innumerables empleos.

Casos como Zanussi, Tuc Tuc o Tabacalera están en la mente de todos los ciudadanos. Pero no olvidemos que importantísimas empresas ubicadas en La Rioja, de las que nos sentimos orgullosos, se encuentran en esa misma situación inicial, lo cual provoca auténtico pavor respecto al futuro a medio o largo plazo. Embutidos Palacios, Arsys, Arisa, Garnica Plywwood, Arluy, Elastorsa… son ejemplos claros del incierto panorama que provoca tener parte de tu principal industria, inicialmente riojana, en manos de fondos de inversión o multinacionales.

A ello se le une la ausencia de proyecto para que el AVE pase directamente por la capital riojana. La creación de lanzaderas hacia estaciones cercanas no supone tener el tren de alta velocidad, sino que tan solo significa ir cada vez más hacia la segunda división en el panorama español y un motivo más para que los inversores españoles o extranjeros elijan otros lugares con mejores infraestructuras para instalarse y desarrollar sus proyectos.

Es por eso, por lo que debemos preguntarnos si realmente el ejecutivo socialista está realizando alguna actuación en materia industrial y si tiene alguna intención de hacerlo. Nuestro presente, y el futuro de nuestros hijos, están en serio peligro. Nuestra región tiene todos los boletos para dejar de ser una región próspera e ir descendiendo hacia mayores niveles de pobreza, con una oferta de empleo de, cada vez, más baja calidad y una emigración masiva de nuestro principal capital humano.

Mientras no haya políticas reales de fomento del desarrollo industrial el futuro de La Rioja es cada vez más oscuro. De ser una tierra de oportunidades estamos pasando a ser una tierra de incertidumbre y desvalorización, donde eso sí, nuestros dirigentes socialistas podrán disfrutar, por ahora, de unos buenos “Pollofres” y “Coñofres”, mientras contemplan como La Rioja se está desmoronando por la total ausencia de una verdadera y certera política de crecimiento económico.

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