La líder socialdemócrata Mette Frederiksen sigue endureciendo el dicurso y rechazando la tradición ultrainmigracionista que ha caracterizado a las socialdemocracias nórdicas en las décadas previas.
Frederiksen ha afirmado que su ambición para Dinamarca es no seguir ofreciendo concesiones de asilo y refugio como hasta ahora hasta el punto de reducir a cero las peticiones.
La socialdemócrata, muy criticada desde la propia izquierda, admite que ese es su objetivo aunque no puede garantizarlo.
En 2020 solo hubo 1.547 peticiones de asilo en Dinamarca, la cifra más baja desde 1998.
Lejos quedan las cifras de 2015, cuando hubo más de 21.000 peticiones formales.
Cabe destacar que tanto desde la derecha como en menor medida desde la centro-izquierda, los políticos daneses han tenido siempre un discurso en inmigración más duro y menos «buenista» que el de sus vecinos nórdicos y europeo-occidentales.
Para la primer ministro danesa que la inmigración se mantenga como un fenómeno minoritario es la única forma de mantener la cohesión social.