La (NO) democracia interna de los partidos políticos

La palabra política, que viene del latín “politicus” y del griego “politikós”, significa “de los ciudadanos”, por tanto, entenderíamos que la política debe pertenecer a los ciudadanos, mientras que la palabra democracia, que viene del griego “dēmokratía”, significa que es una manera de organización social que atribuye la titularidad del poder real al pueblo.

Todo esto suena muy bonito si se cumpliera y fuera cierto, pero en España no es así, y la democracia ha degenerado en partitocracia, donde manda el líder del partido, y llegará a representar a la ciudadanía aquel que sea puesto en cabeza por el líder del partido.

Pensaréis que luego hay que votar, y es correcto, pero en partidos políticos de gran implantación nacional, quien va primero en las listas de cada provincia saldrá elegido, por tanto, los ciudadanos no tenemos poder directo para elegir a nuestros representantes, tal y como debería ser en una verdadera democracia.

Imagino que estaréis pensando que lo lógico, normal y sano para un país, en este caso para España, es que lo mejor es que lleguen a las instituciones los más válidos, pero eso no se cumple siempre, porque, aunque puede que alguno de los que llegan sean muy buenos, que los hay, y bastantes, los que llegan a esas instituciones, normalmente son los más pelotas y sumisos con los líderes, o como se les llama en la sociedad “funcionarios de partido”.

En los partidos políticos no hay democracia interna, hay poco debate y la opinión crítica, la cual debe ser siempre con educación, no solo no se valora, sino que se persigue y se castiga. En los partidos políticos no hay un culto al esfuerzo, sino un culto al líder, y esto se da más en partidos donde los jefes son los mismos desde el pleistoceno y se produce cuando convierte al partido regional o provincial en su cortijo.

Esto que estoy narrando puede sonar duro, pero seguro que no os pilla desapercibidos, y esto es así en TODOS los partidos políticos de España, en unos más que en otros, pero se da de una manera o de otra en todos, y es algo que debería acabarse, por el bien de España.

En los partidos políticos al disidente se le persigue y se le señala, al crítico se le ataca, al que va en contra del ‘establishment’ porque quiere cambiar las cosas para que todo mejore se le persigue, ataca y señala, y os preguntaréis porqué ocurre eso, y la respuesta es muy sencilla, y es porque molesta a los dueños del cortijo. Aunque, como he dicho, y recalco, la crítica debe producirse dentro de casa, nunca fuera.

Cuando una persona necesita la política para subsistir porque no ha hecho nada en su vida más que estar en la política, necesitará seguir en la política para seguir viviendo, y para que esto suceda, sería capaz de “vender a su familia” para seguir en política.

Por tanto, cuando los partidos no funcionan, son arcaicos y están anquilosados, lo sano y normal sería renovarlos, apostando por una verdadera democracia interna, en la que el afiliado sea partícipe del día a día del partido y donde no tenga ningún miedo de expresar, con educación, lo que siente.

Si alguien de los que está leyendo estas líneas se puede encontrar así en su partido, lo que le pediría un ciudadano griego de aquella época es que siga con su proyecto, que luche, que no agache la cabeza ante las prácticas camorristas que pueda encontrarse, que sea rebelde y que nunca se rinda en la empresa de conseguir una verdadera democracia.

El bueno de Julián Marías afirmaba que “la vida es lo que hacemos y lo que nos pasa”, y esto tiene muchísimo sentido en la política actual, en la que la sociedad es un claro calco de lo que son los partidos políticos por dentro.

España es un país muy grande, el mejor del mundo desde mi humilde opinión, contribuyamos para hacerlo más grande, seamos ejemplo, y trabajemos para que España no sea ejemplo por su mala clase política, solo los ciudadanos juntos podremos hacerlo.

Y, por último, y si me lo permitís, os pediré que seáis rebeldes, pero rebeldes de verdad, porque como señalaría Albert Camus “la única manera de lidiar con un mundo sin libertad es llegar a ser tan absolutamente libre que tu misma existencia es un acto de rebelión”, y aunque como decía Voltaire “es difícil liberar a los necios de las cadenas que veneran“, debéis luchar siempre por ella, en todo ámbito y en todo lugar, sin rendíos, perseverando, hay que luchar por la libertad desde la propia libertad.

“Sin libertad, la democracia es despotismo, sin democracia la libertad es una quimera”, Octavio Paz.

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