El conflicto político genera disturbios y protestas violentas en Irlanda del Norte

Lejos quedan ya los días de paz constructiva en Irlanda del norte. El brexit, el auge y radicalización del Sinn Fein en las dos Irlandas y la crisis asociada a la pandemia, han hecho que la convivencia empiece a resquebrajarse de nuevo.

A finales de la década del 2000, la población católica-republicana y monárquica-protestante, caminaban de la mano hacia un futuro en común, ya fuera con Reino Unido o en el seno de una República de Irlanda unificada.

Ahora, una parte de la sociedad (los radicales de ambos bandos) vuelve a sentirse tentada a optar por la vía violenta para lograr sus fines.

El detonante de las protestas fue la decisión de no procesar a 24 políticos del izquierdista y separatista Sinn Fein, después de haber violado las restricciones impuestas por el Gobierno yendo al funeral de un terrorista del brazo armado de aquel partido.

2.000 norirlandeses separatistas acudieron a aquel funeral en plena pandemia y con unas restricciones que el resto de ciudadanos sí tenían que cumplir a rajatabla.

La decisión de no procesarlos para no generar conflictos, vino en el peor momento, después de meses de malestar político y social ocasionados por el acuerdo del Brexit con el que muchos norirlandeses no están de acuerdo.

Los lealistas protestantes consideran los acuerdos con la UE como una antesala para la unificación de las dos Irlandas, algo a lo que ellos se oponen.

Boris Johnson condena la violencia.

Cabe aclarar que, en Irlanda del Norte, la violencia ha sido utilizada sistemáticamente por ambos bandos enfrentados.

En este caso, las protestas parecen protagonizarlos jóvenes lealistas en base a que el acuerdo del brexit y otros tomados por las autoridades políticas y judiciales que no han respetado, según los lealistas, el acuerdo de Viernes Santo de 1998.

Después de días de protestas y disturbios, el premier británico condena la violencia y recuerda: «la forma de resolver las diferencias es mediante el diálogo, no la violencia o la criminalidad».

El secuestro e incendio de un autobús con cócteles molotov es solo una de las muchas imágenes que nos dejan estas jornadas de violencia callejera.

El lanzamiento de piedras a policías y antidisturbios, al más puro estilo antifa, blm o de la extrema izquierda española, se ha convertido en el pan de cada día en las calles de Belfast durante las protestas. Hay ya 32 policías heridos.

Disturbios en Belfast. (Reuters)
Imagen de la agencia Reuters.

La primera ministra de Irlanda del Norte, Arlene Foster, condenó la violencia en Twitter. «No hay justificación para la violencia. Está mal y debe parar» señaló la PM, que añadió: «esto no es una protesta. Esto es vandalismo e intento de asesinato».

Asimismo y tratando de llamar a la calma, Foster recalcó que dichas acciones no representan el sindicalismo ni el lealismo. El resto de miembros del Gobierno, y también cargos de todo el espectro político, han condenado la deriva violenta de los acontecimientos.

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