En realidad será una nueva continuación de otra ya existente de 12 kilómetros, aunque con otra tipología más sólida y moderna.
Esta es otra nueva valla en una Europa- y un mundo- que cada vez construye más como método pasivo para evitar la creciente inmigración ilegal masiva.
Grecia está erigiendo un alto muro de hormigón con alambradas. Tendrá un largo de casi 40 kilómetros y próximamente se instalará una barrera digital (de la que no se conocen los detalles) de 220 kilómetros por toda su frontera con Turquía.
Los ministros de Defensa, Nikos Panayotópulos, y de Protección Civil, Mijális Jrisojoídis, visitaron ayer la frontera terrestre entre Grecia y Turquía, en el noreste del país para supervisar las obras.
El muro de hormigón es una ampliación de uno anterior de 12 kilómetros. Este incluirá cañones de sonido, torreones de vigilancia con cámaras de largo alcance, sensores y visión nocturna y drones.
Según datos de ACNUR, en 2021 al menos 5.000 personas han llegado de forma ilegal a territorio griego desde Turquía. El 60% lo ha hecho a través de la frontera del río Evros y el resto a través del mar Egeo (ruta más peligrosa pero efectiva).
De los inmigrantes interceptados, casi la mitad eran afganos. Las fuerzas de seguridad turcas han detenido durante este año a 83.000 personas en situación irregular (tanto en las fronteras como dentro de su territorio), de los que algo más de 35.000 eran afganos. Más de 4 millones de refugiados sirios permanecen dentro de territorio turco.
Las autoridades griegas ya han comenzado a preparar un plan para hacer frente a una nueva crisis de refugiados. Se prevé que al menos unos 500.000 refugiados provenientes de Afganistán se trasladen a diferentes países en el próximo futuro.
El nuevo portavoz gubernamental Yanis Ikonomu confirmó ayer:
El gobierno alineará sus acciones con la Unión Europea, a la que hemos pedido una postura y un tratamiento unidos…
Que quede absolutamente claro para los terceros países y para Turquía que no se tolerará ninguna instrumentalización de esta situación.
La valla construida en 2012 vino acompañada de no poca polémica. Organizaciones de derechos humanos defendieron que conseguiría desviar la ruta migratoria hacia el mar Egeo, una ruta mucho más peligrosa.
Eso es lo que finalmente ocurrió, junto con el triunfo del ultrainmigracionista partido de izquierda radical griego, SRYZA, en las elecciones de finales de 2014. El resultado lo conocemos todos.
En 2012, la Unión Europea aseguró que no pondría un euro para la construcción de vallas y criticó duramente al Gobierno griego.
No obstante, tras la crisis de los refugiados de 2015, las autoridades comunitarias defendieron los esfuerzos de Atenas por fortificar su frontera con Turquía, mirando para otro lado ante las repetidas devoluciones en caliente a las que, en teoría, se oponía.
Estos detenidos son enviados a centros de procesamiento para su posterior deportación.
Irán y Turquía.
Paralelamente, Irán y Turquía, a quien la Unión Europea paga dinero por vigilar sus fronteras e impedir llegadas masivas a Europa, están incrementando su seguridad y control fronterizo.
Asimismo, en Irán el Gobierno ha establecido una serie de campamentos de refugiados junto a las provincias que comparten frontera con Afganistán.
Turquía, por su parte, comenzó hace unos meses la construcción de un gran muro con torres de vigilancia y cámaras térmicas a lo largo de 64 de sus 265 km de frontera con Irán. Ya tiene otra valla de decenas de km en esa misma frontera, así como otra el sur del país, en su frontera con Siria.