El Movimiento Feminista de Madrid convoca para este miércoles una concentración ante la sede del Ministerio de Consumo, en manos del ministro Alberto Garzón.
Esta entidad, que agrupa a unas 350 organizaciones feministas. Organizaciones que están realizando acciones en torno al Día Internacional de la Mujer de forma independiente a la Comisión 8M.
Las feministas de estas organizaciones, en la línea de varias políticas de Podemos y hasta PSOE, exigen el cierre de las páginas de pornografía. A su modo de ver la del porno es una industria que se basa en la «violencia sexual contra las mujeres».
La Comisión 8M tiene algunas diferencias con el ‘Movimiento Feminista’ en asuntos como la autodeterminación de género- El Movimiento no cree en la autodeterminación de género, entre otras cosas.
La vieja lucha contra la pornografía no es algo nuevo
Más allá de los impedimentos que los distintos movimientos totalitarios, especialmente los de extrema izquierda, han puesto a la pornografía, la prostitución y la sexualidad liberal en general, la lucha contra la pornografía ha sido abanderada por la generalidad del radfem y el feminismo de izquierdas desde los años 70 del siglo XX.
En los años 60 llega a occidente la revolución sexual tal y como la entendemos ahora. No dejó de ser la culminación a décadas de aperturismo en el ámbito sexual y en la forma que la sociedad tenía de entender sexo y sexualidad.
Ya en los 70, la crítica al «libertinaje» sexual no era solo cosa del clero católico- o de una parte especialmente moralista y cerrada del mismo-sino también de ciertos sectores de la izquierda y extrema izquierda políticas.
Para los radfem la pornografía es una extensión de la prostitución, que para ellos no deja de ser una forma de explotación capitalista y heteropatriarcal. Una herramienta de sometimiento de la mujer al hombre por y para su entretenimiento.
Asimismo, las feministas de izquierda tienden a afirmar que en el porno se degrada a la mujer. Que existan tipos de pornografía homosexual o, incluso de dominación femenina, no parece tener ninguna relevancia para estos colectivos fuertemente ideologizados.
No debemos pensar que el abolicionismo de la pornografía es algo minoritario dentro del feminismo de izquierdas (y hegemónico a día de hoy). La diputada del PSOE, Andrea Fernández es de este mismo parecer.
Pero en este caso no estamos ante abolicionistas teóricas sino ante auténticas prohibicionistas.
Llegados a este punto y teniendo en cuenta el panorama político actual, no es descabellado pensar que el ministro de consumo pudiera llegar a ceder, quizá no total pero sí parcialmente, a muchas de estas demandas en pos de abolir la pornografía.
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Al final con esta gentuza volveremos a la clandestinidad del porno, el destape y el propio sexo. Nos vemos yendo a París, Lisboa o Ámsterdam para comprar una revista, ver una peli o tener sexo. Estamos llegando a unos límites de la pérdida de libertad que asusta. Ni en tiempos de Franco pasaba esto.