Feminismo Low Cost – Femimarxismo

El sexo no existe, es un constructo social” –qué palabreja-. Aserto puesto de moda por los comunistas que están empeñados es destruir esa especial relación de amor y respeto que desde los albores de la humanidad mantenemos hombres y mujeres. Porque, tras este apartheid ideológico, lo que subyace es el odio en cantidades ingentes e incompatibles con la convivencia. Este es su verdadero casus belli: la vil tarea de enfrentar a hombres y mujeres.

Y si el sexo no existe, cosa que yo desconocía hasta hoy, alguna de estas “constructas sociales” nos debería explicar para qué existe el feminismo, si no hay sexo. De facto están reconociendo su inutilidad social, salvo por espurios intereses para saciar sus ansias de inventada vendetta. Creo que a mayores subvenciones, mayor implicación moral tienen. Más imperiosa es su existencia.

Tengamos claro que el comunismo solo hace bien el mal (110 millones de asesinatos, sin olvidar los torturados, desaparecidos, o la ruina que provocaron por donde pasaron) y para ello no descansa. Nunca. Ahora, dado que han perdido la anacrónica lucha clases, se inventan la lucha de sexos. El objetivo de estos vividores del cuento y auténticos enemigos de la democracia es partir la sociedad en dos.

Crear problemas que no existían para aplicar soluciones que no eran necesarias

Sus dogmas políticos -patología social- son los golpes necesarios para esculpir una suciedad, que no sociedad, basada en la sospecha, la desconfianza y el miedo. Convirtiéndola en un campo de batalla minado de bombas que, si bien no contienen carga explosiva, poseen una de las peores armas creadas: odio. Al entrar en contacto con ellas no explotan pero sí dinamitan las relaciones entre iguales.

Son las “apóstolas” de la nueva religión hembruna, en la práctica agitadoras de la basura femimarxista, cuya falsa pretensión es acabar con la violencia, ¿cómo? Acabando con el hombre. Tarea en la que se aplican a fondo con la inestimable ayuda de colosales cantidades de dinero que les llueven por doquier y se llevan por doquiera.

Todo un entramado institucional de “chiringuitos de género” convertido en un letal ariete contra el varón. Hay que destruirlo como sea, cueste lo que cueste. ¡Será por dinero!

Intentan imponernos que la violencia tiene género, raza, color y nombre: es masculina, de raza blanca, heterosexual y se llama hombre. Hasta tal punto llega la cruzada contra el “heteropatriarcado reinante” –lenguaje vernáculo rojo- que cuando ven a un hombre ven al demonio, el mal corporeizado. Una anomalía humana que exige erradicarla, extirparla cual metástasis que carcome nuestra sociedad.

Solo odian al hombre descrito –nunca al de raza negra, indio, musulmán, hindú, homosexual, bisexual-. Aquí hay que añadir los agravantes sociales impuestos por ellas: padre de familia, de derechas, hombre de bien, que se ducha y afeita a diario, ni hablar de ser católico, Dios nos libre de ellos, u otros patrones puestos en cuarentena por la sacerdotisa Montero.

Evidentemente, las mujeres que permiten ese “sometimiento machista” no son libres de verdad, ni tan siquiera personas. Son dignas de ser calificadas como “colaboradoras con el enemigo falo-opresor”. Para que una mujer sea libre de verdad, “sin ataduras patriarcales impuestas por un sistema social y económico machista y explotador”, deberá odiar al hombre, desear su extinción, vestir como una piojosa, mostrarse incompatible con las prácticas de higiene habituales, ni hablar de depilación o tintes para el pelo… Vamos, formar parte de su mugrienta parroquia.

Piensan que, ante los episodios de violencia y crímenes que todos hemos conocidos -actos criminales, que deben ser duramente castigados-, lo mejor es atacar al hombre. No a quien sea responsable penalmente de ese hecho, independientemente de su raza, sexo, color de piel, etcétera. Pura lógica porque solo agrede el hombre blanco, que por el mero hecho de serlo es culpable de todo. Se llama “culpabilidad por blanca virilidad”.

Para ellas, todos los hombres somos potenciales criminales que antes o después vamos a agredir, porque poseemos un cromosoma que nos hace violentos per se. De la misma manera que todas las mujeres son víctimas. Y si hay una víctima, tiene que haber un agresor. Es la perversión del lenguaje con fines espurios y demoledores de las relaciones humanas. Este es el leitmotive izquierdoso convertido en mantra de obligada asunción por los adeptos al rojerío actual.
Elevan la excepcionalidad a generalidad, pues la inmensa mayoría de las personas somos pacíficas, rechazamos la violencia y no atacamos ni lesionamos a nuestros congéneres.

Hasta tal punto llega la obcecación izquierdosa con esta cuestión, que hemos sido testigo de cómo estos miserables no tenían reparo alguno en defender públicamente a la asesina Ana Julia Quesada. “Todos somos Ana Julia” coreaban al unísono como voces de un funesto coro, mientras acusaban a la policía, jueces y fiscales de racistas. Dijeron que había sido detenida por ser mujer, inmigrante y negra, y no por asesinar al pobre inocente que la “santa señora” llevaba en el maletero de su vehículo. Que la culpa era de la sociedad, del sistema económico, etc. Pero, ¿qué clase de distorsión mental sufre esta gentuza? Se llama odio. Lo llevan como soporte vital básico, pero camuflado de activismo, ecologismo y resto de falsas causas tan prescindibles como ellos.

Lo que vemos en esta comitiva de portadores de aversión es la perversión del sistema, puro marxismo adornado y pintado de colores llamativos, batucadas y sicotrópicos. La argamasa que une a tanto mal es el marxismo maldito.

Con perplejidad hemos asistido a una peligrosa desviación legislativa -inconstitucional, para muchos juristas: la anulación de facto de la presunción de inocencia y la sustitución del derecho penal del hecho (responsabilidad criminal por un ilícito concreto demostrado), en favor del derecho penal de autor (clasificación de tipos de autor, clases de delincuentes). Es un tema capital, pues son muchos los hombres que lo están padeciendo en toda su crueldad.

Porque las denuncias falsas existen y en cantidades colosales. Porque ser hombre no es ni puede ser delito

El gran problema que nos encontramos los que estamos en la resistencia contra estos enemigos de la libertad, es que, si una parte importante de la sociedad se contagia de esta enfermedad, actuando con comportamientos propios de bestias, la locura resultante puede acabar siendo la nueva cordura. Todo lo necesario para sumir a una sociedad en el caos, la situación idónea para el advenimiento e imposición del comunismo. La inanición neuronal que deriva en la indigencia intelectual de Sánchez, Iglesias, Montero, etc., aderezada con su rencor y odio habitual, es una mezcla letal en términos de calidad democrática y de democracia.

Para ellos, España es una “oscura dictadura falopatriarcal”, donde ser mujer supone vivir en la “opresión franquista”. Donde sus estructuras de poder son impedimentos machistas que le impiden desarrollarse libremente. Es la antípoda a los paraísos terrenales de Irán, Irak, Arabia Saudí y otros países musulmanes donde las mujeres sí gozan de todos los derechos, ¡manda narices!

Yo apuesto por la bondad del ser humano, independientemente de su sexo, y desterrar la palabra género y su utilización sectaria-comunista. Están todo el día hablando de sexo, ¿qué les ocurre, que todo está relacionado con el sexo? ¿Qué traumas tienen? O es que son tan intervencionistas que ni fornicar nos permiten hacerlo en libertad. Dejen de mirar al sexo y miren al cerebro, al currículo, al talento.

En mi opinión, conviene hablar de las capacidades de las personas para desarrollar un trabajo, de responsabilidad, de mérito. No de listas cremalleras, cuotas de género ni otras sandeces. Se es útil o no al poseer la cualificación necesaria, no por los genitales. Es elevar la estupidez humana a la categoría dogma, e imponer la ideología por encima de todo. La ideología encaminada a disparar sin piedad en la línea de flotación de la pacífica convivencia de una sociedad madura como la nuestra.

Para acabar, deseo acordarme y felicitar a todas las mujeres de raza, de derechas y valientes, inteligentes y luchadoras, que piensan por sí mismas, y que no necesitan a las “Monteros” de turno, a Dios gracias, para ser lo que ellas quieran.

Esas valientes que no se han sometido a la nociva influencia colectivista-marxista y sus tentáculos envenenados de odio al hombre. Que aman y respetan a su abuelo, padre, marido, novio, hijo, sobrino, amigo, y restos de hombres que tienen en su vida. Que ven en ellos un hombro donde apoyarse, un puerto seguro donde cobijarse de los vaivenes de la vida. El lugar donde recibirán amor, cariño, protección, complicidad, compañía y todo aquello que nosotros los hombres nos honramos y enorgullecemos de daros. Gracias, Yolanda, Comando, Tanita, Bella Indómita, Belén, Lagomazzini, La Pirata Facha, Celi, Amelia, Vera, Marta y Cristina de Utrera, y resto de amigas tuiteras cuyo ejemplo de honestidad e integridad inspiran la redacción de las presentes. Gracias por ser mujeres. Gracias a ti mujer por ver al hombre como tu otra mitad y no como el enemigo que las “Monteros” quieren que veas. Gracias, Auxi.

7 comentarios en «Feminismo Low Cost – Femimarxismo»

  1. Muchas gracias, José Antonio. Gracias por leerlo y, sobre todo, por sus palabras.
    Cuando decidí escribirlas siempre tuve como objetivo que personas como usted puedan leerlas y disfruten haciéndolo. Y a mi también me gusta mucho Nuestra Rioja.

    Responder
    • Resumir en un comentario su extraordinario artículo, que perdóneme la inmodestia, hasta yo mismo podría haber escrito, o más bien lo he escrito pero no publicado, me parece imposible. Ha dado ud con las claves para entender lo que es la supremacía de los sexos, de las ideas de las costumbres, de imponer la razón de la fuerza y no la fuerza de la razón. Enhorabuena D Miguel Angel, siga aportándonos tan exquisitos artículos, como ud mismo diría, «insultadores del rojerio»

      Responder
  2. Gracias, Manuel. Me alegra mucho que le haya gustado estas letras. Creo que es una obligación moral levantar la voz contra estas manifestaciones totalitarias. La libertad es demasiado valiosa para pederla por un puñado de radicales que sólo buscan someternos a todos. Deseo dar las gracias a todas las personas que amablemente han leído y tan cariñosamente han opinado sobre este artículo. De corazón, muchas gracias. Al rojerío ofendidito por ellas, que me consta los hay, mi más sincero pésame. Pocas cosas me hacen disfrutar más que decir lo que pienso sobre la izquierda… Por cierto, por si queda alguna duda al respecto, pienso lo peor que se pueda pensar de la izquierda.
    Gracias al equipo de Nuestra Rioja por su buen hacer, en especial a Raul.

    Responder

Deja un comentario