Desde hace unos cuatro meses, vengo escribiendo esta columna, y, quitando unas pocas semanas en las que he querido dedicar mis palabras (o escritos) ha divulgar un poco de historia, mis publicaciones han sido principalmente de política o economía y, sinceramente, casi siempre han sido bastante negativos, aunque eso sí, son totalmente realistas con los nefastos momentos que estamos viviendo.
Sin embargo, acaba de ser Navidad y en breve será Año Nuevo, así que quiero dedicar esta columna, mucho más corta de lo normal, lo lamento, a algo especial. A daros mis mejores deseos.
Aunque antes, quiero primero dar mi pésame a todos aquellos que han perdido un ser querido en este nefasto año de pandemia.
Espero que este año que entra, sea infinitamente mejor que 2020.
Y aunque no soy un ingenuo, y todo parece indicar que al menos los primeros meses van a ser muy malos, una vez se propaga la distribución la vacuna espero que con ello descienda la psicosis del gobierno por mantenernos encerrados y podamos recuperar nuestra normalidad, la de siempre.
Espero que con ello podamos volver a salir. A viajar. A reír y estar con nuestros seres queridos de otras comunidades, o que no hayamos podido ver por precaución.
Espero que volvamos a trabajar, a ganar dinero, a ahorrar o gastar en nuestros caprichos, pero a no depender de ayudas del Estado para no pasar hambre, sino a poder tener la seguridad de que podremos comer mañana.
Y en general espero que, aunque sin olvidarnos de este durísimo año, os deseo que todos podáis pasar página a un año mejor que el que acabamos de sufrir.