Feijóo, un pasado de copas

Se acerca el final de la campaña, amigos. Y con él asistimos en esta última semana como espectadores de una última serie de barrabasadas superando, si es que era posible, a las dichas anteriormente por los candidatos de uno u otro partido. A saber:

La ministra comunista falsea los datos de empleo, entre otros, y dice alegremente que va a repartir un dinero que no tiene a los incautos anormales que tengan la suerte o la desgracia de meter en la urna una papeleta de Fumar. Perdón, de Sumar, y de hacer presidenta a esta tucán sin alas. La amante de los datos recurre al relato (qué novedad) cuando la realizad tozuda arremete contra ese comunismo vestido de lentejuelas que propaga sin ningún pudor, haciendo una campaña destinada a un target que más bien parece tener una carencia, un retraso mental más bien severo. Solamente hay que ver sus vídeos de campaña. Sencillamente, ridículo. Pero no tanto como planchar con el aparato desenchufado. Ya sé que es mucho pedir, pero, Yoli, si me va usted a engañar, esfuércese un poquito. Que parezca que se haya leído a Gramsci.

Sobre Sánchez, poco que añadir. Por no merecer, no merece ni que le llamen Señor. Embustero, felón, hijo de p…, malparido, desgraciado, soberbio, chulo, inútil, corrupto, vendido, traidor y marrullero, entre toda suerte de calificativos a cada cual más merecido, se quedan cortos a la hora de hablar del okupa de La Moncloa. La estrategia de este ser de luz es sencilla, y basa en desdecirse de lo dicho y negar lo hecho en estos 4 o 5 años de Gobierno, como si su Sanchidad no hubiera tenido nada que ver y al frente de la Presidencia del Gobierno hubiera estado otro fulano. Tal vez los burócratas de Bruselas, o quizás Mohamed VI. Incluso hasta los enemigos internos de España, ya saben a quién me refiero. En fin; sobre Sánchez, que le vote Txapote. Sánchez a prisión y socialismo al paredón.

Honestamente, un servidor creía que el grueso de borrachuzos habidos y por haber se encontraba en el espectro ideológico de la izquierda. Tengo que reconocer que, en líneas generales, no me equivoqué. Juan Jiménez, Jesús Cedazo, Luis Tudanca, Casimiro Curbelo, Juanjo García, entre otros. Casi me dejo en el tintero a mi querido Presidente Emiliano García Page, más conocido por estos lares como “Garbancito Apuratinajas”.

El suyo es un caso especial, pero no es de él de quien me gustaría hablar.

Y es que el Presidente del Partido Popular nos ha sorprendido a principios de semana con la noticia de que quiere pactar con el único de los barones socialistas que ha revalidado su mayoría absoluta, sobreviviendo a la debacle de su partido tras estas pasadas elecciones del 28 de mayo. Luego es el propio Feijóo el que nos vende la moto de que “es VOX el que da alas al sanchismo”. Ahí lo llevas, Santiago. Con un par.

Va a ser cierto eso de que el PP es un huevo Kinder. Y es que el PP es una sorpresa allá donde se presenta. Lo mismo pacta con VOX, lo mismo le da proponer cinco pactos de Estado al PSOE, e incluso, lo mismo le da gobernar en coalición con Podemos, como así ha pasado en un pueblo de Toledo. Y no olvidemos el caso de Cantabria. ¿Qué le habrá ofrecido Revilla al PP para que acepte gobernar junto con el PRC? A saber: Puros, trenes que no entran por los túneles… etc. Si es que votar al PP es el voto seguro, tal y como jugar a la ruleta rusa con el 75% de las balas en el tambor del arma, si se me permite el símil.

Si, como muchos de los que estamos aquí, Garbancito sabe de las intenciones del señor Feijóo de pactar con él, o la más reciente intentona por parte del cacique gallego de pedir la confianza al electorado de la extrema izquierda, seguramente haya pensado algo así: “Luego dirán que el borracho soy yo”. Que lo es, pero, honestamente, algunos no vemos a Garbancito Apuratinajas pidiendo el voto a los votantes de VOX. También es verdad que no lo necesita. Habida cuenta de que algunos se mantienen a base de comprar el voto, ¿qué necesidad iba a haber de pedir votos ni botas a nadie?

En parte, esa lección la tiene aprendida el señor Feijóo en Galicia. Se ha malacostumbrado a gobernar en mayoría absoluta, y eso es un peligro, independientemente del partido en el Gobierno, ya que éste no tiene ni un socio ni una oposición que lo fiscalice. La prensa, se habrán dado cuenta que ni la menciono, porque, para lo que ha quedado, casi mejor que no estuviera. Aunque he de reconocerlo, hay muy buenos profesionales en el sector periodístico.

¿Cómo es posible abolir el Sanchismo pactando, buscando los votos de los diputados del Partido Socialista? ¿Quién es el único que da a alas al PSOE, Alberto? Me da igual el de Page, que el de Vara, que el Sánchez, que el de González, Zapatero, Largo Caballero e Iglesias. No existe eso que llaman el PSOE bueno. Deje de pretender la alternancia. Hágase a un lado. Deje paso a la alternativa. Deje paso a la alternativa. Deje paso a VOX y no entorpezca el rumbo de España obrando de la manera en la que lo está haciendo.

Por respeto a sus votantes, no busque el voto entre la gente de la extrema izquierda, que tanto le odian a usted como al partido verde. ¿Dónde queda eso que dijo usted eso que dijo en una entrevista en The Objective de “buscar el voto de los socialistas templados”? ¿Califica así al votante de Podemos, al que esta semana pide su confianza? Por respeto a sus votantes, defínase. Aclárese. Si lo que usted quiere es ser la nueva izquierda, dígalo fuerte y ponga el último clavo en el ataúd del Partido Popular, antaño, representante de la derecha política. Hoy por hoy, de la derecha acomplajada, la socialdemocracia, de la izquierda moderada; y quién sabe si el día de mañana se convierta en la extrema izquierda a la que tan encarecidamente le pide usted el voto.

Si lo que desea es seguir manteniendo este modelo bipartidista caduco, solamente hay una posibilidad. Usted y Partido Popular como el partido de izquierda, y VOX como el partido de la derecha. Usted como alternancia; y VOX, como alternativa.

Deje de dar tumbos y serénese. El pueblo está hastiado de la soberbia mostrada a lo largo de los años por personajes sin escrúpulos como el que antes he tenido el infortunio de mencionar.

Basta de manipulaciones. Basta de mentiras.

No queremos a un Rajoy 2.0.

El pueblo español quiere a un presidente serio. Quiere a un patriota, y no a un nacionalista. A un hombre de ideas claras, y no a uno cuyo marco ideológico vale tanto para un roto como para un descosido. El pueblo quiere valores. Quiere principios. Quiere dejar atrás la oscuridad de los años negros de Sánchez y caminar por los verdes prados de la esperanza.

El pueblo español quiere votar lo que importa.

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