Si por Justicia entendemos la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno de lo suyo, por igualdad, aquella situación en la que las personas que reúnen idénticos derechos son destinatarias de un mismo trato y por Libertad, la ausencia de injerencias externas en la realización de los actos individuales y colectivos, en la España del verano de 2023 estamos asistiendo a la subversión de estos tres valores que, no sólo están plasmados en la Constitución, sino que su defensa debe informar la acción de cualquier gobernante y cuyo respeto y observancia hemos de reclamar los españoles.
El actual Gobierno en funciones, encabezado por Pedro Sánchez, está realizando actuaciones que, no sólo son frontalmente contrarias a dichos valores, sino que además ni siquiera respetan los más elementales requisitos de la ética y la estética política y ello es así por una serie de circunstancias que debemos tener en cuenta: el resultado de las elecciones del pasado 23 de julio arrojó un resultado que sorprendió incluso hasta a los más avezados expertos en demoscopia (por supuesto, con el permiso del CIS de Tezanos, máximo garante de la creación de corrientes de opinión favorables al Gobierno socialcomunista). Este resultado ha obligado a buscar alianzas entre todas las formaciones políticas con representación parlamentaria para la conformación de unas mayorías necesarias para formar Gobierno.
En este punto, ya podemos apreciar una diferencia clara entre Alberto Núñez Feijóo que, ya les adelanto, es un auténtico político de Estado, y Pedro Sánchez que simplemente pretende pasar una página más de su manual de resistencia. Éste último ha protagonizado una serie de hechos de suma gravedad: el primero, autorizar contactos para abrir negociaciones con Carlos Puigdemont, prófugo de la Justicia española que ha sido condenado por dos delitos: uno, de desobediencia y otro de malversación de caudales públicos, aparte de prometerle una condonación de la deuda, ni más ni menos que por un importe de 70.000 millones de euros, condonación que acabará siendo asumida por el conjunto de las demás regiones de España vía deuda del Estado y sin ni tan siquiera consultarlas en la sede apropiada para ello: el Consejo de Política Fiscal y Financiera. Aquí podemos ver un primer intento de quebrantamiento de la igualdad entre regiones (por cierto, algunas de ellas lideradas por Gobiernos socialistas y con fuerte oposición, en concreto, por parte del Presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page), al privilegiar a Cataluña por encima del resto de España. La segunda, desautorizar un Gobierno de coalición en Ceuta entre el Partido Popular y el Partido Socialista, cuando -al mismo tiempo- las terminales mediáticas del PSOE se dedican a demonizar los pactos entre el Partido ganador de las elecciones y VOX, dando por buenas o, si lo prefieren, no desautorizando las relaciones -insisto- con Puigdemont o, lo que es aún peor, con un personaje como Arnaldo Otegui, condenado por delito terrorista y cuyo partido fue declarado socio preferente de Gobierno y elevado a autoridad en la redacción de la Ley de Memoria Democrática, extendida -como saben- hasta 1983, es decir, 8 años después de la muerte de Franco.
Alberto Núñez Feijóo, en el cara a cara con Pedro Sánchez reclamó que gobernase la lista más votada (incluso con una oferta de pacto escrito que fue rechazada por Sánchez con unas formas absolutamente impropias de un Presidente del Gobierno, pero que confirman su escasa educación) y, posteriormente, le mandó una misiva pidiéndole una reunión a fin de sentar las bases de la gobernabilidad de nuestro país, reunión que fue declinada y pospuesta a la formación del Congreso (otorgando el mismo trato al partido ganador de las elecciones, por número de escaños, respecto de cualquier otro partido con una representación parlamentaria muy minoritaria) el próximo 17 de agosto y cuya respuesta no estuvo ausente de reproches por parte del Presidente en funciones, lo que da una idea de la voluntad, no ya de no llegar a acuerdos, sino de expresar una confrontación con un partido, como el Popular que, además de ser clave en la gobernabilidad de España, es un partido de Estado que busca la satisfacción del interés general de los ciudadanos, no del interés particular de su líder. El pueblo español ha expresado en las urnas su voluntad de que los dos grandes partidos nacionales, cuyo porcentaje de voto conjunto es superior al 64%, alcancen acuerdos de Gobierno y Pedro Sánchez, desoyendo la voz de las urnas, está dando muestras claras de escoramiento hacia opciones radicales, lo que demuestra su nula voluntad de acuerdo con el PP y, desde luego, su fuga de la centralidad política.
Por ello, retomando los valores consignados en el párrafo inicial, creo que los españoles debemos hacernos una pregunta: ¿Es favorable u opuesto al principio de justicia material y de igualdad privilegiar a un partido político como Junts per Catalunya, hacer socio preferente a una formación como Bildu que, además, lleva en sus listas a condenados por terrorismo y bloquear un Gobierno de coalición en Ceuta para, probablemente, no tener que abrir la puerta a otros pactos con el Partido Popular? De la respuesta a esta pregunta, seguramente depende el futuro de nuestra Patria, sobre todo teniendo en cuenta que aquellos peligrosos compañeros de viaje escogidos por Sánchez y cuyas intenciones no ocultan, buscan constante y perpetuamente la destrucción de España, la división entre españoles y echar por tierra más de 500 años de Historia, intentando romper de raíz el esfuerzo, sacrificio, trabajo y dedicación de muchos españoles que dieron todo para que nosotros disfrutemos de todo y despreciando y humillando a las víctimas del terrorismo que se ven abocadas a sufrir una revictimización y a las que el autor de estas líneas lleva en su corazón y a las que defenderá hasta el último aliento. De nuestra resistencia dependerá que, como dijo Otto Von Bismarck, España siga siendo la Nación más poderosa del mundo, porque los que buscaron destruirla no pudieron y porque nosotros contribuimos a defenderla.
España debe volver a la senda de la concordia, de la cordura y de la sensatez o, si lo prefieren, del sentido común y, tras 5 años de Gobierno sanchista, el único, repito, el único que los puede garantizar, sin lugar a dudas es Alberto Núñez Feijóo, el Presidente del Partido Popular por el que más de 8 millones de españoles han apostado, y cuya aspiración y esfuerzo va encaminado a encontrar un fórmula de Gobierno que dé a España un Gobierno de certidumbre y de confianza.