El radicalismo de izquierdas gana las elecciones en Chile con la inestimable ayuda de los medios de «derecha» globalista

El último país políticamente semi decente que quedaba en hispanoamérica ha caído. Lo ha hecho en una nueva oleada «izquierdizadora» que, aprovechando la gran crisis vinculada a la pandemia, ha llevado a cabo un gran asalto del poder en varios países en los que se mantenía en la oposición.

La noche de hoy se decidía entre el derechista José Antonio Kast y el populista de izquierdas Gabriel Boric. Ambos candidatos han sido bastante beligerantes y sus programas tienen un cariz marcadamente ideológico y transformador, por lo que la noche de hoy se ha considerado decisiva para el futuro político de Chile.

Boric es sin duda un candidato de izquierda dura. No podemos identificarlo exactamente con la línea abiertamente anti democrática del narco chavismo ( que paradójicamente es socialmente conservador) de Maduro, Morales o Castillo; pero sí con el populismo socialista y progre del kirchnerismo argentino y el radicalismo socialista, feminista, indigenista… que asola América Latina y genera pobreza, victimismo, conflictividad social y clientelismo político.

Cuando alguien como Boric toma las riendas del país, el partido de Gobierno constriñe la economía y crea una dependencia social de la que a los colectivos menos favorecidos les es muy complicado desprenderse.

Pese a que en la primera vuelta las candidaturas de derecha- una derecha mucho más dura que la que venía existiendo en el país sureño hasta ahora- fueron mayoritarias, en la segunda vuelta ha pesado mucho el poder de los medios de comunicación, que han tildado a Kast de extremista.

En cualquier caso, el triunfo de Boric ha sido contundente y Kast confirmaba su derrota sobre las 11:20 hora española.

Como ya viene siendo costumbre, el célebre escritor y Premio Novel de Literatura, Mario Vargas Llosa, ha hecho pública su preferencia por el candidato de derechas. Y al igual que ya le ocurrió con respecto a Perú, su apuesta se ha visto finalmente truncada.

No cabe duda de que el liberalismo, en todas sus formas y variantes, ha sufrido un gran varapalo en la noche de hoy.

La aparente estupidez de los principales medios de comunicación «de derechas»

Aunque el programa de Kast de extremista tiene más bien poco, desde luego es mucho más auténticamente conservador y liberal que los programas que venían aplicando las psedoderechas tradicionales de los últimos tiempos. El posicionamiento de Kast y sus aliados ya no es una «línea pepera», sino en una de corte «voxera», valga la expresión. Y eso, hoy por hoy, se paga caro.

Ser auténticamente conservador-liberal (cada vez es más absurdo hacer distinción entre ambos términos dado que el viejo conservadurismo tradicionalista y cristiano ya no existe), le ha valido al candidato de derechas el apelativo de ‘ultraderechista’ no solo en los medios de izquierda, sino también en muchos de derecha «popular» o «liberaldemócrata» asociados a partidos de la línea de PP/ Ciudadanos en España.

De hecho, en nuestro país, medios como El Mundo, ABC, La Razón o El Confidencial han utilizado precisamente ese término para descalificar a Kast. Lo han hecho a pesar de que se enfrentaba, como Fujimori en Perú, a un radical de izquierdas que, aunque no llega al nivel de extremismo y falta de respeto a la propiedad privada de Maduro, Morales o Castillo, promete no traer nada bueno para Chile y la región latinoamericana en su conjunto.

Huelga decir que, aunque la presencia e influencia de la prensa española en Chile es limitada, en Chile ha pasado parecido con los medios.

¿Está el mundo asistiendo a una alianza mundial de centristas y derechistas globalistas, «progres» o «woke» y las izquierdas radicales aunque no económicamente comunistas y que aceptan sobre el papel el «juego democrático»?

La única respuesta que encuentro es que sí, a los hechos me remito.

Ahora que los principales partidos identificados con la izquierda sociológica, ya sean de izquierda o de extrema izquierda, han dejado parcialmente a un lado la senda revolucionaria y colectivizadora, el establishment empieza a considerarlos aliados frente a las fuerzas «reaccionarias» o nativistas que se resisten al forzado cambio.

Asimismo, los liberales «progres» y falsos conservadores han interiorizado, ya sea consciente o inconscientemente, el ideario de transformación gradual de la sociedad que propugna la «nueva izquierda» desde los años 60 del siglo XX.

Vemos desde hace años como la censura en mass media de corte «pepero» o «liberaldemócrata» es unidireccional hacia las ideas de derecha (ni siquiera las izquierdas extremas y favorables a la expropiación de empresas son censuradas); cómo las multinacionales se han apropiado del ideario de la izquierda subversiva; cómo las políticas identitarias de las minorías han logrado implementarse en el sistema consiguiendo como la imposición de cuotas; o cómo las redes sociales hacen lo propio mientras permiten que yihadistas, comunistas o etarras tienen sus cuentas impolutas.

El baby boomer ignorante, bienpensante y miedoso

Es elemental que para buena parte de los votantes de derecha o centro, la opinión vertida por dichos medios de derecha que podríamos llamar «globalista» resulta decisiva a la hora de decidir su voto. Si un señor de avanzada edad, menos dado a interaccionar con las redes sociales, lee en su medio de cabecera que Kast es un peligroso «turboliberal», «ultraconservador», «radical de derechas» o «extremista» que odia X colectivo, es probable que este se lo piense dos veces antes de acudir a las urnas a votarle, incluso aunque el otro candidato en liza tampoco sea de su agrado.

De Boric no se ha hablado ni la mitad de mal que de Kast en los mass media, por lo que la gente que no conoce en profundidad su programa, va a tender a tener una opinión «menos mala» de él.

Solo de este modo se explica que en Chile hayan terminado imponiéndose unas ideas que, como ya se vio en la primera vuelta de las presidenciales, no son mayoritarias entre la población.

No cabe duda de que la victoria de Boric no es mérito solo de la izquierda sociológica, los activistas de izquierda o los medios de izquierda, sino también de los mass media malamente considerados liberales, centristas o conservadores.

Por si hubiera algún resquicio de duda sobre lo que ha acontecido esta noche en el país austral, una imagen vale más que 1000 palabras:

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