«Aquí hay una cosa muy clara, el Partido Popular está en el centro derecha, y el partido VOX está en la extrema derecha (…), bueno, en la derecha extrema», (Carmelo Romero, diputado nacional y alcalde del Partido Popular).
«Excelsa reflexión» la realizada por el ínclito diputado, a la altura de los célebres diálogos atenienses -valga la ironía-, si no fuera porque solo repite el mantra en forma de insultos que la izquierda, los socios de Bildu, utiliza para atacar a VOX. ¡Para lo que has quedado, Carmelo!
Afortunadamente, estos insultos, que solo descalifican a quien los profiere, fueron rebatidos por María Ponce, miembro de VOX y número 3 al ayuntamiento de Huelva: «VOX no es de extrema derecha, sino de extrema necesidad. Es que le estáis comprando el discurso al partido socialista. VOX nació para dar la batalla cultural, porque el PP nunca la ha dado…». Amén.
El PP, lejos de dar la batalla cultural contra la izquierda, la apuntala.
Estimado lector, como votante de derechas, estoy «acostumbrado» a que la izquierda me insulte llamándome extremista, radical, etc. Lo que no esperaba es que el PP repita como un loro los insultos que la izquierda hasta ayer utilizaba contra el propio PP.
Yo, al igual que muchísimas personas, votamos a VOX porque el PP nunca nos representó ni defendió, y siempre nos engañó. Por eso VOX no para de crecer. Porque no se trata de ganar las elecciones, se trata de dar la batalla ideológica, económica, moral, política, religiosa, la batalla cultural. Se trata arrebatar la hegemonía cultural que con tanto éxito -nuestro fracaso- ideó el comunista italiano Antonio Gramsci, uno de los mayores verdugos de la libertad.
No basta con echar a Pedro Sánchez-PSOE. Hay que desmontar toda su «obra ideológica» y sepultar bajo toneladas de hormigón todo lo que huela a socialismo. Eso o estaremos cíclicamente condenados a padecer a más Zapateros y Sánchez. Eso o estaremos condenados como nación.
Amigos, por mucho que la izquierda utilice la siniestra propaganda goebbeliana (principio de simplicación, enemigo único, método de contagio, transposición), repitiendo incansablemente mentiras sobre VOX, nada hay de cierto en ella. Lo único que hay es el modus operandi de la izquierda: señalar, desacreditar y poner en la diana a un partido democrático. Es el mundo al revés: los que están contra la Constitución insultan a los que la defienden.
Ser de extrema derecha es enfrentarse a la izquierda.
Estimado lector, VOX es mucho más y mejor que eso. Es el clamor de las personas que nos sentíamos huérfanos ideológicos, los que votábamos a una falsa derecha que gobernaba como la izquierda. VOX es el resultado de lo que no ha hecho ni hará el Partido Popular. VOX es la esperanza de millones de españoles que ahora sí tenemos en quien confiar.
Cuando, cargada de razones y sentido común, María Ponce le rebate sus argumentos -insultos- al diputado del Partido Popular, el citado se viste de Sócrates y responde: «Es lo que dicen todos». ¡Bravo, Carmelo. Otra gran reflexión ateniense!
Una cuestión, ¿quiénes son todos, Carmelo? ¿Serán los socios de Otegi, que dejan en libertad a miles agresores sexuales, y apoyan a los ocupas, la religión climática y toda la basura dogmática que impone la Agenda 2030? ¡Para lo que has quedado, Carmelo!
Este hecho no es anecdótico, es extrapolable al resto de España. Es el sentir mayoritario de muchos dirigentes del PP, que prefieren abrazarse a la izquierda antes que llegar acuerdos con VOX. Por eso, mientras en España fingen diferencias, en Europa van de la mano -votan lo mismo que el PSOE en el 95% de los asuntos-.
Este hecho refleja a la perfección gran parte de nuestros problemas: Un PP cuyos líderes son parte de ese problema y no de la solución. Uno PP que sigue de rodillas ante la izquierda. Un PP que no se merece a sus votantes. Por eso, cada día, al igual que hice yo, más gente abandona al PP y se suma a la familia de VOX.
PS: Los que hoy llaman fascistas a VOX, ayer te lo decían a ti, Carmelo. Los que hoy quieren ilegalizar a VOX, mañana podrían hacerlo con tu partido, Carmelo. Aunque viendo como piensas, no lo necesitarán.