Pues así es, señor lector. Hoy vamos a hablar de «memoria histórica». Y precisamente quise intitularla así, porque son muchas cosas las que desconocemos –o no recordamos, o no queremos recordar– de la historia reciente (más que de las glorias pasadas, que también las hay en la memoria colectiva). Solamente unas pocas «perlas selectas»…
¿Sabía usted que… ese «idolatrado» fundador del PSOE (y también de la UGT, no me olvido…), Pablo Iglesias (abuelo), justificó el atentado impune? Uhhhhh, léalo, léalo, que está en el Acta de Sesiones de la Cámara del Congreso, ya en el año 1910, cuando amenazó con estas alabras al presidente Antonio Maura: “Combatiremos sus ideas dentro y fuera de la legalidad e incluso justificaremos el atentado personal?”. En fin, nada nuevo que no hayamos escuchado y experimentado incluso de algunos de sus descendientes directos…
¿Sabía usted que… entre los días 10 y 13 de mayo de 1931 se produjo la primera gran oleada de violencia contra la Iglesia Católica (Iglesias, ermitas, hospitales, seminarios, conventos, colegios…)? Principalmente en Málaga, Granada, Sevilla, Valencia, Córdoba, Cádiz, Murcia, Madrid y Alicante, pero es también una muestra contundente –y casi una de las profecías de Casandra (no me refiero a la señorita del pub de la esquina, sino la hija de Príamo y Hécuba, condenada a que nadie le creyese, como relata la Ilíada)– del talante democrático, respetuoso y tolerante de la patulea republicana de izquierdas… Este «amor fraterno, ecosostenible y republicano moromarental y monomarental» fue expuesto en 1921, en el VI Congreso General del PSOE, por Pablo Iglesias –¡qué paradójico apellido el de esta familia, contrastado con sus actos y corazones! –: “Queremos la muerte de la Iglesia… para ello educamos a los hombres, y así les quitamos la conciencia… No combatimos a los frailes para ensalzar a los curas. Nada de medias tintas. Queremos que desaparezcan los unos y los otros”. Oiga, pues… no lo consiguió (para su información).
¿Sabía usted que… el 4 de agosto de 1933 fue aprobada por el gobierno republicano la Ley de Vagos y Maleantes, referente al tratamiento de vagabundos, nómadas, proxenetas y cualquier otro individuo que pudiera ser considerado por las autoridades como «antisocial»? La idea era crear una ley, pensada para la “prevención de los delitos”, que sustituyera las atribuciones administrativas que los gobernadores civiles tenían para arrestar a aquellos sujetos “de dudosa moral” y para “reprimir los actos contrarios a la religión, a la moral o a la decencia pública, imponiendo multas o, en defecto de pago, ordenando el arresto supletorio del blasfemo, inmoral o indecente”. Claro, las competencias de tales gobernadores civiles daban lugar a toda clase de arbitrariedades,por lo que las fuerzas de izquierda de la Segunda República consideraron la necesidad de establecer un criterio único –cuya iniciativa de ley quedó a cargo de Mariano Ruíz-Funes y del socialista Luis Jiménez de Asúa–. ¡Caramba con el «buenismo de izquierdas» y el «robusto escudo social»! Muy convincente, sí… Lo que no le he dicho es que el primer campo de concentración para estas personas señaladas así por el gobierno republicano ya funcionaba en agosto de 1934 (dos años antes de la conflagración, fíjese usted), y les arde a los de la rabiosa «siniestra» hasta el infinito y más allá no poder culpar de ello ni a Francisco Franco, ni a VOX, o el PP u otro partido político, ni a Su Majestad el Rey ni al lucero del alba…
¿Sabía usted que… en enero y febrero de 1936 el entonces presidente de la república, Francisco Largo Caballero, incitaba directamente a la guerra? Caray, suena increíble, pero… Nuevamente tiremos de hemeroteca: “Quiero decirles a las derechas, que si triunfan, tendremos que ir a la guerra civil declarada” (Alicante, enero de 1936), “La democracia es incompatible con el socialismo” (Madrid 10/2/36), “La transformación total del país no se puede hacer echando papeletas en las urnas…” (Linares, 20 de enero de 1936).. y así hasta la náusea. ¡Vamos, que una dulce y angelical criatura era el “tipo”! –y lo siguen siendo los sucesores ideológicos, clarísimo–.
¿Sabía usted que… el 29 de octubre de 1936 fue fusilado en Aravaca por los republicanos –socialistas– el escritor de la Generación del 98, D. Ramiro de Maeztu? Sus últimas palabras fueron: “Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, ¡para que vuestros hijos sean mejores que vosotros”. Desde luego, esta frase es lapidaria, y no es de extrañar que moleste tantísimo a algunas personas «zurdas»…
¿Sabía usted que… el 18 de noviembre de 1936, dos días antes de ser fusilado, D. José Antonio Primo de Rivera escribió su Testamento? Bueno, quizá eso no le parezca relevante, estimado lector, pero sí que lo es una de sus frases: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiera en discordias civiles. Ojalá encontrara ya en paz el pueblo español, tan rico en buenas calidades entrañables, la Patria, el Pan y la Justicia”. ¡Ni se imagina usted cómo clama el corazón mío por ese deseo de Patria, Pan y Justicia!… Pero, nuevamente, tercamente incluso, no ha sido así… Hizo falta, como tituló el incomparable D. Josep María Gironella en el segundo tomo de su saga sobre la Guerra Civil Española (“Los cipreses creen en Dios”, ¡recomendada a más no poder!), que hubiese “Un millón de muertos”…
¿Sabía usted que… en verano de 1938, en un mitin en Valencia, la diputada Dolores Ibárruri prefirió la muerte del inocente que la del culpable? Oh, sí, como lo lee. O, mejor aún, lea las palabras de la reputada «dama»: “Más vale ejecutar a 100 inocentes, a que escape un fascista vivo”. Eso es puro talante democrático de izquierdas, y lo demás canciones de cuna… No creo que pueda siquiera hacer el ejercicio de comparación entre esta salvaje, abominable y repugnante aseveración con el Testamento enunciado párrafos antes… Sí, es cierto: “Las comparaciones son odiosas” –reza el Refranero–, pero… inevitable preguntarse sobre ello si uno pretende mantener cierta objetividad en análisis.
En fin… Seguramente ya sabía usted que todo eso pasó. La pregunta es si alguno de nuestros jóvenes españoles se acordará de esto dentro de 15 o 20 años (porque prefiero no llevarme la decepción de preguntarles ahora, ya que seguro estoy que lo ignoran igualmente). Pero… “un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” (Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana).
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