Este pareado tan curioso está referido por Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales. Esto es un claro referente de que las Guerras Carlistas no fueron «guerras dinásticas», sino que fueron una «cruzada». Pero no solo las Guerras Carlistas y no solo en España. Si analizamos la historia de manera objetiva, puede sorprender mucho la cantidad de veces que, tras conflictos en los que mueren muchas personas de manera gratuita, se esconde la firma masónica.
En 1689, Jesús encargó aSanta Margarita María de Alacoque (en una revelación particular), que pidiera, a Luis XIV la consagración de Francia a suSagrado Corazón. PeroLuis XIV, al igual que sus sucesoresLuis XV(1715-1774) y Luis XVI(1774-1792)se negaron a consagrar públicamente Francia al Sagrado Corazón de Jesús.El 17 de junio de 1789,fiesta del Sagrado Corazón, exactamente cien años después, Francia se proclamó comoAsamblea Nacional.Luis XVI, estando ya preso en el calabozo, prometió consagrar a Francia al Sagrado Corazón si era liberado del encierro, pero murió guillotinado.
No obstante, los franceses hubiesen aceptado la república, lo que no querían aceptar era que les prohibieran profesar su Fe. Cuando se instaura la república Francesa, ocurre un fenómeno parecido al que ocurrió en España con la instauración de la segunda república en 1931. Y el fenómeno consistió en que fue acatada por todo el mundo; pero en el caso español, no pasaron ni veinte días cuando comenzaron en Madrid las quemas de iglesias y conventos.
En La Vendée (la región francesa más castigada por su fe durante la Revolución), se sintetiza perfectamente esta idea, en el relato de uno de esos jefes vandeanos que muere víctima de los revolucionarios; justo antes de morir, fue preguntado del porqué se enfrentó a la revolución; y contestó literalmente:
“Aunque soy partidario de la monarquía, hubiese acatado perfectamente la República, si no me hubiesen prohibido el libre ejercicio de la religión que profeso”.
Hay que tener en cuenta, que en La Vendée no solo prohibieron el culto, sino que se llevó a cabo un genocidio sistemático de católicos. A nadie se le escapa que la Revolución Francesa fue planeada por la masonería.
El 30 de junio de 1916, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, fue colocada la primera piedra del monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de Los ángeles (Madrid). Al rey Alfonso XIII se le propuso la consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús; aceptando éste llevarla a cabo. Alfonso XIII, en una conversación que mantuvo con el padre Mateo Crawley (sacerdote encargado por la Santa Sede para extender por el mundo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús), manifestó que había recibió una comisión de la masonería internacional, exigiéndole que no consagrara España al Corazón de Jesús y amenazándole con que, si quería conservar la corona, debía aceptar una serie de proposiciones como: su adhesión a la masonería, convertir España en un Estado laico, decretar la ley del divorcio y generalizar la instrucción pública laica.
Y tan cierto como que Alfonso XIII no atendió la demanda de los masones, es que estos cumplieron sus amenazas. El 14 de abril de 1931, Alfonso XIII perdió la corona y se proclamó la Segunda República española.
Méjico, año 1914. Empieza a emerger el grupo más radical anticristiano dentro del gobierno de Plutarco Elías Calles. Este grupo comenzó a presionar en contra de la religión y se formo una cierta masa social, una serie de piquetes, que empezaron a cometer atentados contra la Iglesia católica. En ese año, un grupo de delincuentes ponen dinamita en un monumento a Cristo que se encontraba en el cerro conocido como El Cerro del Cubilete, en la ciudad de Guanajuato.
En 1917, sube al poder Venustiano Carranza (masón). En México existía una constitución que ya era bastante anticatólica, pero Venustiano remueve la que había y se instaura una nueva, que se dio en llamar Constitución de Querétaro. Como muestra, transcribo una soflama emitida por uno de esos padres de la nueva Constitución: “Señores diputados; si cuerdas nos faltan para ahorcar tiranos, tripas de frailes tejerán mis manos”.
Prohibieron la Misa y el culto y persiguieron la práctica religiosa. Esto terminó en un conflicto que se dio a conocer como La guerra Cristera o «Cristíada».
Tras la muerte de Fernando VII en 1833. Nos encontramos, con que tenemos por un lado a la futura reina Isabel II con tres años de edad y la regencia en manos de su madre María Cristina; y por otro lado tenemos a Carlos María Isidro (defensor del tradicionalismo cristiano y antimasón) en pugna por el trono con la regenta, caso que da lugar a la Primera Guerra Carlista.
El trasfondo de esta guerra no es político, es religioso. Al pueblo le daba igual un rey que otro, lo que no daba igual a gran parte de la población era tener que romper con la tradición y la práctica católica. Al año escaso de la muerte de Fernando VII, se desata una persecución religiosa en España, promovida desde las logias masónicas (cosa que reconoció el jefe del gobierno en ese momento en su lecho de muerte, Martínez de la Rosa); estas ejercían gran influencia sobre la regenta. Todas las órdenes masculinas fueron exclaustradas. Esto quiere decir, que de la noche a la mañana, todos los religiosos españoles, se fueron a la calle con lo puesto. Y eso significó, que más de 30.000 religiosos se encontraron vagando por las calles.
En Madrid matan a 100 frailes en una noche, muchos despedazados en plena calle, cosa que más tarde se extendería a otras ciudades españolas, permaneciendo el gobierno totalmente pasivo. Algo que también ocurriría, como ya comentamos antes, al inicio de la segunda república.
Bueno, pues el pareado que venimos postergando todo el tiempo (“¡Muera Cristo, viva Luzbel!, ¡Muera Carlos viva Isabel!”), es el que cantaban estos bárbaros que mataban a los curas. Y esto lo refiere Benito Pérez Galdós en los Episodios Nacionales. La pregunta que habría que hacerse es: ¿Por qué estos barbaros tienen tanto aprecio a Luzbel?