Columna de La Reconquista | Los orígenes de la masonería (Parte XXV): Afluentes de un mismo río

En el anterior capitulo, dejamos bastante claro dónde se origina toda esta espiritualidad masónica, quiénes son los que gobiernan la secta y de dónde les vienen esas doctrinas. En realidad, bajo toda está apariencia aparentemente política y de intereses económicos, lo que de verdad se esconde es una gran batalla espiritual. No son una mafia económica que quiere enriquecerse a toda costa y que carecen de cualquier tipo de escrúpulo, no. Si fuese así, no sería tan grave. Son, en realidad, un grupo de adoradores de Lucifer, que quieren imponer su doctrina a toda la humanidad.
Desde muy pronto, los Papas de la Iglesia Católica, le salieron al paso, condenando a la secta uno tras otro hasta nuestros días. Oficialmente, la masonería queda fundada en 1717, y la primera condena surge en 1738. Clemente XII emitió el primer decreto papal en contra de la Masonería: bula In Eminenti Apostolatus Specula o In Eminenti, en 1738. Le siguió Benedicto XIV con Providas romanorum en 1751. La masonería trata de hacer borrar estas condenas que pesan sobre ellos por cuenta propia, pero todo CATÓLICO ha de saber que aún está vigente la última condena Papal con la QUAESITUM EST,de 1983, promulgada por S.S. San Juan Pablo II. Al mantener la condena contra la Masonería, como Custodio de la Tradición, Benedicto XVI puso en la diana su Pontificado.
La gran defensa de la masonería en España es presentarse comovíctima del franquismo, reivindicando ser la defensora de las libertades, ser los padres de la democracia… eso sí, les gusta menos hablar de las condenas de los papas. Procuran no mostrarse públicamente contrarios a la Iglesia.
De todos los documentos papales que condenan a la masonería, el más emblemático con toda certeza es: Humanum Genus, de León XIII. Podríamos decir que es uno de los documentos que mejor la definen. Así comienza León XIII su famosa encíclica:
“El género humano, después de apartarse miserablemente de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, por envidia del demonio, quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno combate sin descanso por la verdad y la virtud, y el otro lucha por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad. El primer campo es el reino de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo. Los que quieren adherirse a ésta de corazón como conviene para su salvación, necesitan entregarse al servicio de Dios y de su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad. El otro campo es el reino de Satanás. Bajo su jurisdicción y poder se encuentran todos lo que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, se niegan a obedecer a la ley divina y eterna y emprenden multitud de obras prescindiendo de Dios o combatiendo contra Dios.
En nuestros días, todos los que favorecen el campo peor parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia bajo la guía y con el auxilio de la masonería, sociedad extensamente dilatada y firmemente constituida por todas partes. No disimulan ya sus propósitos. Se levantan con suma audacia contra la majestad de Dios. Maquinan abiertamente la ruina de la santa Iglesia con el propósito de despojar enteramente, si pudiesen, a los pueblos cristianos de los beneficios que les ganó Jesucristo nuestro Salvador.
En el espacio de siglo y medio la masonería ha alcanzado rápidamente un crecimiento superior a todo lo que se podía esperar, e infiltrándose de una manera audaz y dolosa en todos los órdenes del Estado, ha comenzado a tener tanto poder, que casi parece haberse convertido en dueña de los Estados. Varias son las sectas que, aunque diferentes en nombre, rito, forma y origen, al estar, sin embargo, asociadas entre sí por la unidad de intenciones y la identidad en sus principios fundamentales, concuerdan de hecho con la masonería, que viene a ser como el punto de partida y el centro de referencia de todas ellas.
Todo lo que hemos dicho hasta aquí, y lo que diremos en adelante, debe entenderse de la masonería considerada en sí misma y como centro de todas las demás sectas unidas y confederadas con ella, pero no debe entenderse de cada uno de sus seguidores”.
Como podemos ver, desde muy pronto la Iglesia identificó el peligro y la maldad de la secta masónica. Curiosamente, León XIII hace una interesante observación: “En nuestros días, todos los que favorecen el campo peor parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia bajo la guía y con el auxilio de la masonería, sociedad extensamente dilatada y firmemente constituida por todas partes”. Ciertamente, podemos decir que las sectas más conocidas tienen su origen de alguna manera en la masonería, o sus fundadores fueron masones, o tuvieron que ver algo con ellos:
- Joseph Smith, Jr. (Sharon, Vermont, 23 de diciembre de 1805-Carthage, Illinois, 27 de junio de 1844) fue un líder religioso estadounidense, fundador del Movimiento de los Santos de los Últimos Días. Iniciado como masón en Nauvoo, Illinois, el 15 y 16 de marzo de 1842; su hermano Hyrum y (posiblemente) su padre Joseph eran masones antes de la organización de la Iglesia en abril de 1830.
- Charles Taze Russell (Allegheny, Pensilvania, 16 de febrero de 1852 – Pampa, Texas, 31 de octubre de 1916), también conocido como el Pastor Russell, fue un estudioso bíblico estadounidense. Fundador de Estudiantes de la Biblia, un movimiento cristiano que luego cambiaría de nombre a Testigos de Jehová. Aunque existe una gran controversia sobre si era masón o no, ciertamente en su bibliografía existe simbología masónica. En uno de sus más importantes discursos, ofrecido en un prominente templo masón, el fundador de la Sociedad Watchtower, o «Testigos de Jehová», declaro su abierta identificación, con las creencias de la logia masónica. Esto dijo:
Discurso de Charles Taze Russell (Gira de Russell en 1913).
“Me siento feliz de dirigirme a los delegados que han venido especialmente de las ciudades de la bahía, incluyendo también, claro está, a los representantes de unos treinta y cinco estados que participan conmigo en esta gira. Estoy muy contento de tener esta oportunidad particular de decir unas palabras en relación con algunas cosas en las que estamos de acuerdo con nuestros amigos masones porque estamos hablando en un edificio consagrado a la masonería, y porque además nosotros también somos masones. Yo soy un Francmasón Libre y Aceptado, y si puedo abordar la cuestión «con toda su perspectiva», es porque correspondo con nuestros hermanos masones que les gusta decirnos que ellos son Masones libres y aceptados”.
- Albert Pike. Albert Pike fue general de la Confederación, grado 33 del rito escocés masónico. Durante la Guerra Civil americana cometió las atrocidades más terribles. Fue un alto miembro de la orden Illuminati reverenciada por la cábala del nuevo orden mundial. Se trata del masón más influyente de la historia. Hay indicios de que fundó el Ku Klux Klan. En las creencias de Pike sobrevive Lucifer como el propio Dios. En su famosa obra Morals and Dogma, comentando el grado 19, define así a Lucifer: Lucifer el portador de la Luz ¡extraño y misterioso nombre, dado al Espíritu de las Tinieblas! ¡Lucifer, el Hijo de la Mañana! ¿Es él quien lleva la Luz, y con sus resplandores ciega a las almas débiles, sensuales o egoístas? No lo dudéis.
- Aleister Crowley. Se inició en la masonería en México, donde alcanzó el grado 33 en la Ordo Templis Orientis (comúnmente conocida como O.T.O.). Es la sociedad fraterna en la que preserva el legado de Thelema y de sus ideales a día de hoy. Con más de tres mil miembros distribuidos en varios países, esta orden fraternal es parte fundamental e importante de la tradición esotérica occidental. La O.T.O, tiene sus raíces en la masonería y fue fundada por dos masones, Karl Kellner y Theodor Reuss, a principios del siglo XX. Apodado por la prensa británica como “el hombre más perverso del mundo”, Aleister Crowley es probablemente el ocultista más célebre de todos los tiempos. Promovió un credo mágico al que denominó “Ley de Thelema” y que le fue revelado por su propio ángel guardián, un ser llamado Aiwass, mensajero, a su vez, del dios egipcio Horus.
- L. Ron Hubbard (Tilden, Nebraska, 13 de marzo de 1911-Creston, California, 24 de enero de 1986), fue un escritor estadounidense de libros de ciencia ficción y fantasía, filósofo, estafador y el fundador de la Iglesia de la Cienciología. Hubbard estaba muy vinculado en 1945 con John W. Parsons, que presidía el capítulo de OTO en Los Ángeles. Hubbard fue, de hecho, un miembro de la secta de Crowley, donde, por añadidura, conoció a su segunda esposa. La Iglesia de la Cienciología, comprensiblemente, ha intentado negar este hecho, insistiendo en que Hubbard sólo se estaba infiltrando en el grupo de Crowley. La verdad es que, en una serie de conferencias del curso de doctorado de Filadelfia, grabadas ya en 1952, Hubbard se explayó hablando del ocultismo en la Edad Media y recomendó un libro: The Master Therion, de Crowley. Según Hubbard, “es una fascinante obra en sí misma, y esa obra fue escrita por Aleister Crowley, el difunto Aleister Crowley, mi muy buen amigo”.
- Alphonse-Louis Constant, denominado “el último de los magos” y también “el renovador del ocultismo en Francia”, y más conocido por su pseudónimo de Éliphas Lévi. Nacido el 11 de febrero de 1810, Constant fue ordenado sacerdote católico. Su interés por el ocultismo le llevó a redactar algunas obras de magia –Doctrina de la magia trascendente (1855), Ritual de la magia trascendente (1856) e Historia de la magia (1860), ya antes de ser iniciado en la masonería. La iniciación tuvo lugar el 14 de marzo de 1861 en la Logia Rosa del Perfecto Silencio de París, subordinada al Gran Oriente francés. De manera bien reveladora, la iniciación obedeció a la petición de sus amigos Fauvety y Caubet, que eran masones y que consideraban que los conocimientos mágicos de Constant podían resultar de interés para la logia. También lo creía Constant, que afirmó al ser iniciado que venía a “mostraros el objetivo para el cual fue constituida vuestra asociación”.
Papel mucho mayor representó la masonería en la fundación del grupo ocultista más importante del siglo XIX. Nos estamos refiriendo a la Sociedad Teosófica. Fundada en 1875 por Helena Blavatsky, su primer presidente fue el coronel Henry Steel Olcott, un masón. El 24 de noviembre de 1877 la propia Blavatsky fue iniciada en la masonería. La historia del ocultismo contemporáneo resulta imposible de escribir sin hacer referencia a las conexiones de prácticamente todos sus dirigentes con la masonería. En algunos casos, se trató de ocultistas que se identificaban con la cosmovisión masónica, aunque no tanto con su organización formal; en otros, de masones que crearon movimientos destinados a profundizar en el ocultismo. Finalmente, no faltaron los masones que, como Crowley, pensaron que habían superado en sus conocimientos lo que se enseñaba en las logias.
Importante también, destacar La Gran Logia Rockefeller, apoyo fundamental de las organizaciones pantalla de la Masonería, es “una orden secreta del iluminismo, de signo luciferino, con sede central en Nueva York […] muy cerca del Rockefeller Center con la figura del mítico Prometeo en el suelo en actitud de rebeldía un tanto orgiástica contra Zeus, el dios supremo del panteón griego, y símbolo de la irreligiosidad en cualquier época. En lo alto del rascacielos Tishman, de 116 metros de altura, figuraba el 666 de brillante color rojo de día, iluminado de noche. Este número fue retirado en 1992, pero el edificio es ahora el “666 Quinta Avenida”.
Como podemos ver, tienen muchas ramificaciones por todo el mundo, multitud de grupos y subgrupos tienen que ver con ellos. Llevan siglos, horadando la política mundial (además, de tener mucho que ver con el mundo de las sectas de todo tipo), infiltrándose en los gobiernos, pero sus intenciones no son solo hacerse con el control político de las naciones, también aspiran y tienen ya mucho adelantado, a hacerse con el control mundial de la religión. A este particular, le dedicaremos un capitulo completo más adelante. Veremos cómo se han infiltrado dentro de la misma Iglesia Católica.
La Virgen de Fátima advirtió del peligro de la propagación de los errores del comunismo. Pero… ¿Quién está tras la implantación del comunismo? No les quepa la más mínima duda “la masonería”. Mariano Tirado Rojas, masón converso al catolicismo, publicó el Ritual de Grado 33, en 1893, y obviamente este ritual se desarrolló muchos años antes. Según lo publicado por Tirado Rojas, en la iniciación del grado 33 el candidato recibe una enseñanza, en cuanto a los fines disolventes de la masonería, donde se aprecia la afinidad con el comunismo:
“Los tres infames asesinos de nuestro Gran Maestro son: la Ley, la Propiedad y la Religión. La Ley, porque no está en armonía perfecta con los derechos del hombre aislado y los deberes del hombre que vive en sociedad, derechos que todos adquieren en toda su integridad, deberes que no son más que la consecuencia inmediata de la facultad natural que cada uno de nosotros debería tener de gozar de todos sus derechos sin que nadie pueda impedirlo.
La Propiedad, porque la tierra no es de nadie (recordemos, cuando Zapatero dijo que la tierra no era de nadie sino del viento) y sus productos pertenecen a todos, en la medida, para cada uno, de las verdaderas necesidades de su bienestar.
La Religión, porque las religiones no son más que las filosofías de hombres de talento que los pueblos han adoptado bajo condición expresa, de que vengan a constituir un aumento de bienestar para ellos.
Ni la Ley, ni la Propiedad, ni la Religión pueden, pues, imponerse al hombre; y como le aniquilan privándole de sus más preciosos derechos, son asesinos, contra quienes hemos jurado ejercer la más ruidosa venganza, enemigos a quienes hemos jurado una guerra a todo trance y sin cuartel.
De estos tres infames enemigos, la Religión deberá ser el objeto constante de nuestros mortales ataques, porque un pueblo jamás ha sobrevivido a su religión, y matando a la Religión, tendremos a nuestra disposición la Ley y la Propiedad, y podremos regenerar la sociedad estableciendo, sobre los cadáveres de aquellos asesinos, la Religión, la Ley y la Propiedad masónicas”.
Observamos aquí una verdadera declaración de la realidad que el comunismo es. “Ni la Ley ni la Propiedad, ni la Religión” pueden imponérsele al hombre. Eso sí: la masónica sí. Cualquiera que conozca en profundidad lo que es el comunismo sin fantasías, podrá reconocer en estas palabras un acto de sinceridad total, pocas veces visto en la historia. Ese acto está recogido en el Ritual de Grado 33 de la masonería, antes de que a Marx se le ocurriese pensar en ello. Y no solo existe la constancia de su relación con el comunismo a través de lo descrito en el ritual. También se puede fundamentar con datos históricos en el enlace que dejamos a continuación.
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