Que no me perteneces –dicen–, que no puedo decidir por ti lo mejor para ti, que ellas (esas locas del furor uterino) saben mejor que yo lo que tú necesitas.
¡Díselo tú, mi amor, en quién confías, quién te protege, quién te guía!
Diles que tu madre jamás permitirá que te digan que eres un «violador», «opresor», «maltratador», que ella jamás permitirá que nadie tenga tu libertad en sus manos y te ponga una etiqueta por el hecho de ser «varón».
Diles que tú no has sido un invasor en mi útero, ni mi violador en el parto
Cuéntales que la «facha» de tu madre no te prohíbe pintarte las uñas, sino que es cosa tuya no hacerlo –porque a ti te parece que es algo de niñas, pero que comprendes que haya compañeros tuyos a los que sí les gusta y te parece genial–.
Diles que no necesitas que un extraño te diga cómo tienes que sentir, porque te encanta ir paso a paso descubriendo el mundo y jugar con él mientras lo pintas del color que a ti te dé la gana.
Diles a esas locas que tus padres jamás verán “porno” contigo… Eso quizás lo harás cuando toque con las personas que sean tus amigas.
Que no necesitas que, con siete años, nadie te hable de los gays, los trans, el género binario no binario… porque ya tienes bastante con aprender a leer con cierta fluidez. Que tú no necesitas un mundo de etiquetas, porque tus padres ya te educan en el respeto al prójimo, sea como sea, por lo que tú no ves un gay, ni un trans: tú ves a una persona, a un semejante, y no necesitas saber cómo ni con quién se acuesta, para respetarle.
Cuéntales que tu madre te enseña a fregar igual que a respetar; que no necesitas defender una ley de violencia de género y pintar carteles de este contenido en el colegio, porque todavía no sabes el significado de esta ley y te están obligando a tratar un tema que se escapa a tu comprensión todavía.
Te dan charlas sobre violencia de género y te dicen que tienes todos los boletos para ser un «maltratador», «violador», «opresor».
…Y que has nacido con el sexo “malo”.
Lo que no te cuentan, hijo, es que esa misma ley te deja en una situación de vulnerabilidad porque te niega la presunción de inocencia; esa ley que te quitará la custodia de tus futuros hijos solo porque tu ex mujer quiere quitar “tajada” a un mal matrimonio, o simplemente porque está dolida si has dejado de amarla –y como tiene todo a su favor, esto será su venganza–.
Esa ley que no os protege a los niños de la violencia que algunos progenitores ejercen sobre vosotros, incluso hasta mataros, ¿sabes, hijo? La mayor parte de las veces las que os asesinan son las mamás, pero nadie puede evitarlo porque según un juez –y sin más investigación– la mamá denunció al papá por “malo” y ella se quedó con su niño; y como quería vengarse de ese papá, se lo “cargó”.
Pero, ¿sabes, hijo? Las vidas de esos niños no valen nada… O, mejor dicho, valen menos que la de una mujer maltratada: a esa pobre señora le hacen un minuto de silencio, a esos niños no –porque no les importan a nadie, no les ponen protección ni medidas cautelares, esperan pacientemente a que los maten porque son víctimas de segunda, y no hay millones de «asociaciones» (“chiringuitos”) generadoras de sucio dinero–.
Hijo, en esas charlas tampoco te van a contar que, desde 2004 –cuando salió la ley– las víctimas han aumentado considerablemente. Es decir, la ley va fracasando un poco más cada año. Antes salían también las estadísticas de los hombres muertos a manos de sus parejas –eran unos poquitos menos que ellas, sí, pero eran–; ahora, el Ministerio del Interior ya ni registra esos datos.
Por eso, hijo, como nadie te va a contar todas estas cosas, tu madre no va a consentir que te adoctrinen para que pienses o sientas que eres un «ciudadano de segunda» por el hecho de ser hombre.
Diles, mi amor, que tu madre y tu padre te educan para ser librepensador y no un esclavo de la sociedad; que se pueden equivocar, pero que siempre lo harán pensando en lo que es mejor para ti –y nadie mejor que ellos lo sabrá–, hasta que seas maduro y puedas volar por ti mismo.
¿Sabes, hijo? Solo hay una cosa en la que yo soy privilegiada por ser mujer con respecto a ti:
Y es el privilegio y el don de poder ser madre… ¡Tu Madre!
#quitad vuestras sucias manos de nuestros hijos !!
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Admirado, Condestable.
Brillante. Sublime. Me ha encantado la columna, amigo. Felicitarte por la sensibilidad y la inteligencia con la que plasmas por escrito un tema que exige levantar las alfombras de lo políticamente correcto y hablar claramente.
Voy a intentar darle la máxima difusión.
Una vez más, felicidades.
Un fuerte abrazo, amigo.
Mi estimado @FarnesioDe, esta columna ha sido escrita por Vikinga Templaria, una colaboradora integrante de “La Reconquista” que tiene una pluma más afilada que bisturí.
Por ello, mi reconocimiento a ella, a LR, a NE, y a usted, claro, pero el mérito para mi estimada Vikinga Templaria, que va a seguir sorprendiéndonos. Un abrazo.