“Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves sea España salvada y reparada del ejército de los godos. Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor.” [Don Pelayo]
Según la Crónica de Alfonso III, este año 2022 se celebran 1.300 años desde la batalla de Covadonga (722 d.C.), fecha de la primera derrota musulmana en tierras del Norte de la Península Ibérica y, por tanto, fecha del inicio de la Reconquista.
Sucesos memorables, gloriosos, infames y deshonrosos, así como otros banales y baladíes han acaecido en la que hoy es España, nuestra Patria y Nación. Algo común en cualquier país de Europa, continente maduro, rico en cultura, dilatada historia y diversidad. En esta Europa construida a través de los siglos, testigo y protagonista de guerras y paz, se han ido configurando países soberanos, con mayor o menor fortuna. Es España nuestra preocupación hoy, y en ella centraremos nuestro análisis, si bien será inevitable la alusión a otros países hermanos, debido a las circunstancias geopolíticas actuales.
Antes del día 14 de marzo de 2020, fecha en la que el Gobierno declaró el primer Estado de Alarma por una “crisis sanitaria”, España ya había sufrido una quiebra importante en las instituciones que atañen a los Derechos Fundamentales, recogidos en nuestra Constitución de 1978 –vigente aún, pese a los muchos detractores con los que cuenta–. Nuestro país, gobernado durante 45 años por un bipartidismo feroz, en connivencia con pequeños partidos ventajistas de «feudos», «taifas» o Comunidades Autónomas (eufemismo con el que son nombradas en la Carga Magna), se ha ido desmembrando, desmenuzando, dividiendo y deshojando como un árbol de otoño para el que ya no puede haber otra primavera. La cacareada «democracia» –por voces más interesadas en su propio bienestar que en el de la ciudadanía– se ha reducido a depositar un voto en una urna cada cuatro años; un voto a políticos elegidos por otros políticos, en listas herméticas. El cómputo de estos votos es realizado a través de programas telemáticos, susceptibles de ser manipulados. Los responsables de certificar el correcto funcionamiento del proceso sabemos que no cumplen con su trabajo desde hace décadas. Si a esto añadimos que de la custodia de los votos por correo se encarga una persona de confianza del presidente de turno, el resultado para el ciudadano no puede ser más desalentador. No confiamos en el proceso electoral español. Esto es gravísimo. Pero no es nuevo. Y aún hay que añadir la injusta Ley d´Hondt, de atribución de escaños por circunscripciones que, como sabemos, beneficia a los grandes partidos nacionales, y a los nacionalistas. Esta Ley, que iba a ser provisional, se mantiene desde hace casi medio siglo por intereses espurios. Provoca que en la práctica haya votantes de varias categorías, según habiten en una Comunidad Autónoma u otra. ¡Lesivo, sin duda! Es una discriminación que atenta contra el espíritu de la democracia. Y profundamente deplorable es el uso y abuso que de esta situación injusta han hecho los partidos nacionales y los nacionalistas. La descentralización del Estado al entregar competencias en materias básicas a «taifas» egoístas y ramplones se traduce en que hay españoles que no pueden recibir formación en su lengua materna; la historia, geografía, y cultura general que debe conocer un Bachiller español no es la misma en todas las Comunidades Autónomas; y los sueldos de los funcionarios son superiores en los «taifas» beneficiados –por citar las discriminaciones más nocivas–.
La situación descrita hasta la declarada “pandemia” por la OMS, ha ido empeorando progresivamente. Los brutales protocolos adoptados por el gobierno de España han disparado la deuda externa, mientras numerosas familias se han arruinado, empresas extranjeras y españolas han cerrado o se han ido en busca de mercados estables; y el desempleo ha crecido. La nefasta gestión de la mal denominada “pandemia” ha traído ruina y miseria a España. Los objetivos de la Agenda 2030, diseñados para lograr un Nuevo Orden Mundial son seguidos por la gran mayoría de los países que componen la UE, siendo nuestro gobierno uno de los más aplicados. Además, han logrado diluir la separación de poderes, denigrar la figura del jefe del Estado, la imagen de los sanitarios, la de las Fuerzas de Seguridad del Estado, y recientemente la del Ejército. Las políticas erróneas en torno a la energía han causado un incremento de los precios del combustible y la luz; la hipócrita asunción de una falsa sostenibilidad supondrá la debacle para agricultores y ganaderos. Y por si esto no fuera suficiente, las políticas denominadas progresistas en todo el mundo pretenden arrasar con la forma de vida y costumbres de Occidente. ¿Cómo lo están haciendo? Homogeneizando y cosificando a los habitantes del planeta. En España, además, se está potenciando la inmigración ilegal descontrolada, y nuestras fronteras no son defendidas como país soberano. No se respeta la religión católica, mayoritaria entre los españoles, y se protegen y permiten religiones foráneas. España está troceada y desvalijada.
Hoy ya sabemos que todo obedece a un plan perfectamente diseñado. La salud del mundo está en manos de sátrapas. España, Italia, Francia, Alemania, Reino Unido, Austria, Israel… Las mal llamadas «vacunas» están enfermando a las personas. Nos han engañado con olas y variantes.
Los que decían estar a favor de la libertad de elección de los ciudadanos NO ACEPTAN que algunos no se inoculen. Dijeron que la “vacunación” protege, que no contagia a los demás. Pero SÍ contagia. También dijeron: «Si se vacuna, no tendrá un cuadro grave», y cada vez más vacunados tienen un cuadro grave. Decían y aseguraban que los vacunados no irían al hospital. Y cada vez hay más gente vacunada en el hospital. Decían que con dos vacunas se está totalmente inmunizado. Y no solo no inmunizan, sino que un vacunado puede enfermar gravemente, se puede contagiar, puede ser intubado y puede morir. También decían que iban a reforzar el sistema sanitario e investigar fármacos. Pero el dinero se ha ido a las farmacéuticas, que están subiendo los precios. La vacunación es la mayor lanzadera de noticias falsas que se ha ofrecido a la gente en el siglo XXI. La imposición de un pasaporte sanitario atenta contra la RGPD (Ley Orgánica de Tratamiento de Datos de Carácter Personal), además de otras muchas leyes. Es mucho lo que nos han arrebatado, y que debemos RECONQUISTAR. Las convicciones profundas, la herencia recibida de nuestros antepasados, y el amor a la Patria, han de ser nuestro baluarte para luchar por una España decente, íntegra y digna. Y este combate nadie lo puede lidiar sino nosotros. Para terminar el análisis, queremos destacar las palabras de un discurso de la eurodiputada alemana, Christine Anderson.
«En toda la historia de la humanidad, jamás ha habido una élite política preocupada de manera sincera con el bienestar de la gente común. ¿Qué nos hace pensar a cualquiera de nosotros que ahora es diferente? Si la Edad de la Ilustración ha traído algo, es ciertamente esto: Nunca tomes nada de lo que cualquier gobierno te diga al pie de la letra. Cuestiona siempre lo que cualquier gobierno haga o no haga. Siempre busca motivos ocultos y siempre haz la pregunta cui bono? ¿Quién se beneficia? Siempre que una élite política empuja una agenda así de fuerte, y recurre a la extorsión y a la manipulación para salirse con la suya, casi siempre puedes estar seguro de que tu beneficio definitivamente no es el que tenían en mente».
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