Cuando ante la decisión de un Alcalde la gran mayoría de los ciudadanos, independientemente de su ideología, muestran su malestar y su rechazo, con gran probabilidad significa que está actuando por unos intereses que chocan directamente con el interés general.
Esto es lo que está ocurriendo en Logroño con el proyecto “Logroño, calles abiertas”, liderado por su Alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, donde con el propósito de reducir el número de coches circulando por la ciudad está realizando, y pretende realizar, una serie de actuaciones que están dejando perplejos a una parte importante de los logroñeses.
No pensemos que este nuevo concepto de ciudad es una idea original de nuestro Alcalde. Simplemente, sigue los pasos dados previamente por Ada Colau en Barcelona y por Manuela Carmena, en Madrid. En la actualidad, todos sabemos el caos y degradación que está sufriendo la ciudad condal y en el caso de la capital de España, el nuevo equipo de Gobierno del PP y Vox están ya, revertiendo las medidas tomadas por su exalcaldesa, Manuela Carmena.
El objetivo pretendido es adaptar las calles para lograr una movilidad sostenible, segura y saludable. Seguro, este es un fin compartido por todos los partidos políticos, incluidos los de la oposición. En la propia página web del Ayuntamiento indica que “Logroño, calles abiertas” se compatibilizará con las actividades económicas y contará con la participación ciudadana, haciendo un guiño al entendimiento de todas las partes implicadas.
Sin embargo, a medida que se han ido ejecutando las diferentes medidas, parece claro que se han olvidado del necesario mantenimiento de los puestos de trabajo existentes y de lograr atender las peticiones e indicaciones de los ciudadanos, quienes han visto con sorpresa como no se les ha tenido en cuenta en ningún momento.
Los grafitis que llenan algunas de las fachadas y muros de Logroño ahora se están viendo acompañados de infinidad de líneas de colores que pueblan el suelo de ciertas de sus calles. Tal cantidad de colorido en el asfalto puede llegar a ser mareante, pero, sobre todo, provoca incomprensión, lo cual desconcierta tanto a viandantes como a conductores que acaban hechos un lío con tanta raya pintada, más todavía si son visitantes de fuera de la ciudad.
El aumento de los recorridos de carril bici es una buena noticia. Lo que no es una buena noticia es que pretendan realizarlos únicamente a costa de establecer trayectos por muchas calles cuya implantación supone la eliminación de plazas de aparcamiento y de carriles de coches.
El centro de la ciudad de Logroño necesita una buena peatonalización de sus calles para ser el lugar de referencia de la ciudad. Pero para ello debe de contarse con una meditada estrategia de los pasos a desarrollar, haciendo una buena selección de las calles a cortar en su tráfico rodado mientras se buscan vías alternativas a las mismas.
En cambio, con las decisiones, a priori, poco consensuadas y, quizás, poco meditadas del Alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, lo que se está consiguiendo es todo lo contrario. El centro de Logroño, poco a poco, va cavando su tumba y su futuro cada vez es más incierto.
Lo más paradójico es que, a pesar ser uno de sus principales objetivos, ni siquiera se está consiguiendo establecer una buena red de carriles bici. Los inexistentes resultados los tenemos a la vista, con poquísima población que, ante el caos creado, utiliza la bicicleta para desplazarse.
Sin embargo, lo que sí que es cierto es que el drama económico está pasando factura a muchos comerciantes y hosteleros que ven como están perdiendo a la clientela que proviene, en un gran porcentaje, de ciudadanos que viven en los nuevos barrios más periféricos de la ciudad y que, cada vez con mayor habitualidad, están decidiendo quedarse en los mismos y acudir casi en exclusiva a los grandes centros comerciales. Son las consecuencias que provocan la complicación de encontrar, en el centro de Logroño, aparcamiento para el coche y la dificultad de llegar en otros medios como puede ser la propia bicicleta.
Pablo Hermoso de Mendoza no está consiguiendo ningún cambio ni mejora en Logroño. Realmente, no se sabe muy bien lo que está haciendo, porque ni ha modernizado la ciudad y ni siquiera la ha dinamizado. Así mismo, su proyecto estrella de “Logroño, calles abiertas” hace aguas por todos lados.
Pero lo peor de todo, es la falta de sensibilidad y empatía con los vecinos y con nuestros comerciantes que, debido a ello, parece están comenzando a movilizarse con un cierto éxito, lo que puede poner en un aprieto a nuestro Alcalde.
Al ritmo que va Pablo Hermoso de Mendoza, acompañado de su equipo de gobierno municipal socialista y comunista, siempre será recordado por su proyecto “Logroño, calles abiertas”, pero no de la forma que le gustaría. Todo parece indicar que quedará retratado para la posteridad como aquel Alcalde que destruyó el centro de su ciudad y consiguió el cierre de gran parte de su, hasta entonces, importante comercio y hostelería.
Y si no se lo cree, como ya indiqué en una columna anterior, puede darse un tranquilo paseo por la ciudad y mirar los numerosos carteles de “se alquila” o “se vende” que decoran las cristaleras de los cada vez más locales que se están quedando vacíos y sin actividad ninguna en el centro de Logroño.