El Partido Popular riojano no es alternativa de Gobierno

Portada de Nuestra España, diseño de Raúl Marín
Portada de Nuestra España, diseño de Raúl Marín

¿Alguien se atreve a aseverar que el actual equipo del PP en La Rioja va a destronar a Concha Andreu en las elecciones autonómicas de mayo 2.023? La mayor parte de la gente piensa que no. Y, posiblemente, su respuesta sea la acertada.

Concha Andreu ha cometido innumerables errores, ha gestionado pésimamente el binomio pandemia-economía, no ha reducido endeudamiento, ha sobredimensionado el gasto público, ha aumentado los cargos de confianza puestos a dedo, no ha defendido al mundo rural y no ha solucionado ningún problema de calado que fuese preexistente a su llegada.

Sin embargo, Concha, se ha encontrado con una oposición muy despistada y que ha descuidado la tarea de vigilancia a la labor del Gobierno que debe realizar quien aspira a ser sucesor del sillón gubernativo. Y ese descuido no ha sido fortuito, sino que ha venido provocado por la lucha interna en las filas populares para ocupar los puestos retribuidos, lo cual agrava aún más la culpabilidad del principal partido opositor.

La actitud de Concha Andreu está siendo la de un régimen presidencialista, donde no hay más opinión que la suya. Eso ha costado el relevo de muchos puestos nombrados de inicio, incluidos consejeros que, en su opinión, no han demostrado el nivel de competencia que debe de tener quien ocupa unas plazas de tanto prestigio y trascendencia.

En su favor, debemos de hacer constar que ese autoritarismo de Concha Andreu también puede interpretarse como una cualidad. Posiblemente, al inicio de su mandato, tuvo que pagar muchos peajes y devolver favores a quienes dentro del PSOE riojano la auparon al poder. Pero una vez que ha consolidado su autoridad, no ha tenido problemas en desembarazarse de aquellos que, por su presunta incompetencia, suponen una losa para la ejecución del camino que quiere seguir.

Equivocada o no, se debe de resaltar que no es nada fácil tomar la decisión de dejar tantos caídos en la travesía de gobierno, ya que ello implica perder amistades y generar muchos enemigos dentro de su familia política. Pero también representa la potestad de un líder que confía ciegamente en sí misma y cree en su capacidad de direccionamiento, que es de lo que, precisamente, adolece el Partido Popular.

La presidencia de José Ignacio Ceniceros en el Partido Popular está siendo nefasta. Prácticamente desaparecido, con escasas apariciones públicas, hacen de él una mera sombra de quien debe dirigir la acción opositora y propicia la total ausencia de un referente en la sociedad riojana que haga frente a la erráticas y erróneas políticas desarrolladas por Concha Andreu.

En el Partido Popular riojano falta la valentía y el coraje suficiente para realizar una renovación en su estructura orgánica. José Ignacio Ceniceros, en sus últimos años profesionales, debería de haber sido quien hubiese propiciado los cambios necesarios para hacer del proyecto del PP un proyecto serio, innovador, con nuevo talento y nuevos líderes.

Cuca Gamarra tampoco representa savia nueva, ya que recordemos perdió en 2.017 su enfrentamiento en las primarias con José Ignacio Ceniceros y su vuelta al ruedo riojano sería más por encargo que por devoción.

Tampoco es necesario nombrar uno a uno al resto de rostros que ahora disputan la hegemonía del Partido Popular, pues son personajes conocidos y prácticamente los mismos que hace dos, tres y hasta cuatro legislaturas. Se les puede encontrar por Pradoviejo, en la Gran Vía, en el aperitivo, en el tardeo o en populosas felicitaciones navideñas. Todo sea por el “postureo”, y es que hay momentos en la vida del político popular que lo que cuenta es parecer ostentar un mayor apoyo del pueblo que el que tienen sus compañeros de partido.

Los populares, durante demasiado tiempo, han dejado huérfanos de líder a sus afiliados, han desencantado a sus simpatizantes y han permitido que Concha Andreu se haga fuerte en muchos lugares que hace no mucho eran bastiones del PP. El retraso en la celebración de su Congreso Regional ha supuesto un error de cálculo con graves consecuencias para sus intereses.

El Partido Popular debe mirarse al ombligo yasumir que, sin cambios, tendrán muy complicado volver a gobernar. Su falta de discurso, su ausencia de un referente atractivo y su escaso cuidado en mantener la ilusión de sus seguidores hacen que, actualmente, no sean alternativa real de gobierno y que muchos de sus votantes valoren votar a otras formaciones políticas, con las que, en todo caso, se verán obligados a pactar ya que, la mayoría absoluta queda lejos de sus mejores expectativas.

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