¿A quién favorece esa situación de cronicidad revolucionaria y corrupta, que tiene empantanadas a España y Latinoamérica?

Nunca, hoy menos aún, el mundo ha sido lo que se dice una balsa de aceite. En Europa por ejemplo, hemos compartido guerras entre los distintos imperios y naciones desde tiempo inmemorial.

Unas se han ido forjando, algunas incluso artificialmente, por intereses inconfesables de los que han sido y tratan de ser imperios. El truco ha sido siempre neutralizar, eliminar, paralizar o arruinar la competencia.

Igualmente y por los mismos motivos se han desmembrado otras. Sólo hay que ver lo que ha ocurrido no hace demasiado tiempo  – para la Historia –  con la antigua Yugoslavia. Era muy incómoda para Alemania, Francia y demás potencias europeas una nación unida que les hiciera sombra.

Esto tiene que ver con lo que está pasando, desde hace muchas decenas de años, en Hispanoamérica. Dada la semejanza que nos une, podremos prevenir lo que vamos a ver y llevamos viendo aquí desde hace tiempo.  

Algunos ejemplos son claros veamos: Argentina, a principios del siglo pasado era una nación con una renta per cápita de las mayores de toda América; Cuba, exactamente igual, por no hablar de Chile, Venezuela, Colombia o Méjico.

¿Qué ha pasado? Pues que se han obstaculizado sus desarrollos  – y eso ha ocurrido desde el mismo momento en que esos Estados fueron arrojados a su independencia  –  de manera sistemática, endeudándolas salvajemente y alimentando desórdenes y pugnas artificialmente, además de inculcar, sobre todo en los últimos años, el cáncer del comunismo e indigenismo que, como es bien sabido por cualquier persona con suficiente experiencia, primero divide y después atrasada, empobrece, envilece y arruina a los pueblos.  

Nada mejor que esa doctrina maligna y perniciosa para anclar en el pasado, impidiendo el desarrollo futuro a cualquier nación, en la que ese credo criminal y enfermizo se instaura

Y es que no hay nada más rentable que invertir en propaganda para impedir el desarrollo de los competidores. Esos mismos estados, que un día no demasiado lejano podrían, sin injerencias extrañas, ir avanzando en su estabilidad, logros sociales, tranquilidad y economía.  

Entonces, la pregunta más importante sería, ¿a quién favorece esa situación de cronicidad revolucionaria y corrupta, que las mantiene empantanadas?

¿A quién favorece igualmente la proliferación del separatismo, inventando nuevos donde no los había, y procurando nuestro continuo enfrentamiento y división?

Miren alrededor y podremos ver quién es el país o los países que más se han beneficiado y se benefician de esas situaciones que en Hispano e Iberoamérica son crónicas.

Desde luego la respuesta es más sencilla de lo que parece: a nuestros competidores históricos e inmediatos que, hoy por hoy, han sido y son Reino Unido y por extensión EEUU

Lo mismo que ocurre en Hispanoamérica lleva ocurriendo en este solar Hispano, probablemente desde las Guerras Carlistas, e igualmente por los mismos motivos: temor histórico en el mundo anglosajón, a que España vuelva a forjar un imperio, una especie de Commonwealth o mancomunidad económica, social y política de gran potencia y solvencia. Algo que, de no mediar injerencias extrañas, probablemente habría ocurrido hace ya un tiempo.

Unos últimos datos y una última reflexión: cuando en España se lograba la neutralización de la banda terrorista de la ETA; cuando teníamos una tasa de empleo superior a la media europea, la prima de riesgo era tolerable, se nos escuchaba en foros internacionales y vivíamos una estabilidad y prosperidad como nunca había ocurrido en nuestra joven democracia… estallan los trenes del 11-M.

Todo se fue al garete, todo. Fue como darle la vuelta a un calcetín

Se paralizó el trasvase del Ebro, se retiraron las tropas de Irak, se dio alas al independentismo catalán, se le dio oxígeno a una ETA agonizante, y se fueron desmontando las instituciones hasta convertirlas en la sombra que hoy vemos: marionetas en manos de los políticos entregados voluntariamente a la fragmentación, a la ruina y a la desaparición de España. O bien a convertirla en poco tiempo, en una caricatura más de las repúblicas bananeras que vemos en Hispanoamérica.

Más datos, ¿Alguna persona medianamente reflexiva puede pensar que la banda genocida de la ETA, una organización perfectamente diseñada con sus diferentes secciones: seguimiento de víctimas, chantajes, amenazas, huidos, presos, arsenales, armamento, finanzas, inversión, adiestramiento de comandos, expatriados y un largo etc., podría ser obra de los psicópatas sanguinarios que todos conocemos por sus cobardes y horrendos crímenes?  

Esta gentuza, que en su estupidez y crueldad, para sicarios de carteles de drogas serían perfectos, sin una dirección externa eficacísima, no hubieran sido capaces de organizar ni la ropa de su armario.

Toda esa trama perfectamente engrasada y funcionando a la perfección se la dieron hecha, ¿quién…?  

Desmontar esa Cooperativa del Mal que, desde hace tiempo interviene de forma taimada y silenciosa, sólo será posible si un día se consigue que en esas naciones, incluida la nuestra, contaran, contáramos, con un Gobierno fuerte y al margen de influencias extrañas.

Piensen, juzguen y, si encuentran algo que no cuadra con lo expuesto, me lo comunican; yo, con muchísimo gusto rectificaré estas conclusiones.

2 comentarios en «¿A quién favorece esa situación de cronicidad revolucionaria y corrupta, que tiene empantanadas a España y Latinoamérica?»

  1. Perfecto artículo. En mi opinión, el posible arreglo a todo este disparate, debería empezar por los escalones superiores de nuestra política (es un decir, porque de política, este enjuague conque nos pretenden gobernar, no se le puede llamar politica). Cuando la corrupción reina por los niveles más altos, cuando por la consecución de futuros votos se pisotean las más elementales normas de convivencia y otros valores básicos, dificilmente los gobernados se adaptarán a las más elementales normas de honestidad y convivencia.

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