Bonito título para escribir un buen artículo taurino, si hubiéramos podido contarles lo que hubiese ocurrido en la corrida que se celebraba el pasado viernes día 5, en dicho Aniversario de La México.
Pero como ya saben la maldita pandemia, dio al traste con el Aniversario y con toda la Temporada Grande en el país Mexicano. Pero la pandemia, no nos va a impedir escribir para celebrar tan importante efeméride taurina, porque 75 años, no se cumplen todos los días.
La Plaza México se construyó gracias al ímpetu del empresario yucateco, de origen libanés, Neguib Simón. El proyecto inicial, era construir lo que sería la Ciudad de los Deportes, que incluiría plaza de toros, canchas de tenis y frontón, boliches, cines, restaurantes, arenas de box y lucha, alberca, playa con olas, terreno para ferias y exposiciones. Sin embargo, el proyecto solo alcanzó para construir la plaza y el estadio de futbol (actualmente Estadio Azul del equipo Cruz Azul, de primera división).
El ingeniero a cargo de la construcción fue Modesto Rolland. Las obras comenzaron el 1 de diciembre de 1944, donde se ubicaba, una ladrillera de la colonia Nochebuena. En aquel tiempo, el lugar se encontraba en las afueras del área urbana de la Ciudad de México.
Se trata de una colosal obra monolítica de hormigón armado, y su ruedo se encuentra 20 m por debajo de las calles adyacentes. Está rodeado por esculturas del valenciano Alfredo Just. A todo esto hay que añadir, que trabajaron unos 6.000 trabajadores, a tres turnos las 24 horas del día, durante los 7 días, de la semana, para levantar semejante maravilla de la construcción moderna.
Taurinamente hay que decir, que por aquel entonces, Mexico estaba viviendo una época dorada, en su toreo, con dos figuras, como fueron Lorenzo Garza, y Fermín Espínola “Armillita” que además de competir, en los ruedos, llenaban las plazas, y crearon sus propios partidarios y detractores, pero dieron vida a la tauromaquia mexicana de aquellos años.
Con todo esto, la plaza de toros del Toreo de la Condesa, se había quedado pequeña, en una ciudad, donde todo es a lo grande, y que por aquel entonces, empezaba también su expansión urbanística de modo creciente. Aunado todo ello, a la llegada del torero español y máxima figura de todos los tiempos, Manuel Rodríguez “Manolete” cuyo aterrizaje en tierras mexicanas, fue todo un acontecimiento social y político.
Se desbordó la afición taurina con la llegada del “Monstruo” cordobés, el cual confirmó alternativa en diciembre de 1945, en la plaza del Toreo, en un cartel compuesto por, el propio Manolete, y actuando como Padrino Silverio Pérez, y Eduardo Solórzano como testigo, el toro de la Confirmación se llamó “Gitano” con el hierro de Torrecilla, al cual Manolete le corto el rabo, en una faena donde destacó el toreo de mano izquierda, la quietud, y la personalidad del torero cordobés.
En su segundo toro, Manolete sufrió una cornada saludando a su oponente a la verónica, derramando así su sangre en tierras mexicanas. Unos días después, en el hospital concede una entrevista el torero cordobés y una de la pregunta que le hace el periodista es “Que si viendo como el toro se le venció por aquel pitón, porque no se retiró”. A lo que Manolete contestó “Si me hubiera quitado, no sería Manolete” ahí queda eso. También aquella tarde, tuvo la anécdota, del propio Silverio Perez “El Faraón de Texcoco”, el cual antes de la corrida oyó Misa, se confesó y comulgó, e hizo testamento.
Después de aquella tarde del 9 de diciembre, Manolete aun toreó varias corridas más en la plaza del Toreo, antes de la señalada fecha del 5 de Febrero de 1946, día de la inauguración de la Plaza México. Para dicha ocasión, la expectación volvió a desbordarse, y la gente abarrotó las casi 50.000 localidades de la cual dispone el coso más grande del mundo, todo un récord por aquel entonces, y aun hoy lo sigue siendo también.
El cartel, para tal efeméride estuvo compuesto, por Luis Castro “El Soldado” Manolete y Luis Procuna, con astados de San Mateo, el festejo estaba programado para las 16:00 horas de la tarde, y hubo de demorarlo 10 minutos más viendo la respuesta del público y los problemas de ubicación que había, ya que los propios aficionados no encontraban su localidad.
Después del paseíllo, el primer capotazo lo dio “Chato” Guzmán, el primer puyazo fue de Jose Noriega “El Cubano”, que también sufrió el primer tumbo. El primer par de banderillas fue de “Chato” Guzmán. La primera faena, la primera estocada y primer descabello, de Luis Castro “El Soldado” quien vistió un terno de marfil y plata. El primer toro se llamó “Jardinero” numero 33, cárdeno oscuro caribello, al que le abrió la puerta de toriles José Medina.
Manolete cortó una oreja al ejemplar corrido en segundo lugar, llamado “Fresnillo”. Para tan señalada ocasión, el Monstruo de Córdoba, vistió de tabaco y oro. Luis Procuna corta la segunda oreja, al tercer toro, llamado “Gavioto” fue el primer apéndice para un diestro mexicano. “Peregrino” quinto de la tarde fue devuelto, de manera indebida según el ganadero. “Monterillo” fue el sobrero, con el cual Manolete dio la vuelta al ruedo, a pesar de haberlo pinchado hasta en cuatro ocasiones. “Gallito” fue corrido en cuarto lugar, y cerró plaza “Limonero”.
La tarde significó triunfos para Manolete, y Luis Procuna. 75 años después de aquella tarde, la Plaza México, no pudo celebrar su Aniversario, por culpa de la pandemia, y el pasado día 5 de febrero sus tendidos estuvieron completamente vacíos, añorando tiempos mejores, tiempos que volverán, no sabemos cuándo, pero volverán.
Los tendidos de la plaza más grande del mundo se volverán a llenar y las tardes de toros volverán a tener una personalidad tan inimaginable, como la que tiene la Plaza Mexico, que es imposible de explicar si no se ha estado viviendo una corrida de toros desde sus tendidos. Abogamos porque así sea.